viernes, 26 de junio de 2009

Penélope

Detrás de cada suspiro te escondes , latente, oleado
Detrás de cada lágrima, yo, completa, en el suelo 
Detrás de los demás no hay nadie... sólo la espera
Detrás de nosotros ¿quién? No hace falta

Le amo... le espero. 
Vuelvo a tejer

miércoles, 24 de junio de 2009

Material Girl

Tengo: Una gripe que no es porcina. Muchas franelas de Jack Skellington. La nostalgia de un círculo y una alfombra. Las uñas maltratadas por el teclado de mi BlackBerry. Una cámara que me permite no involucrarme demasiado. Un trabajo. Un anhelo. Un pasaporte con visa. Una silla azul y una negra. Unas alas guindadas en un perchero viejo. Una nariz congestionada constantemente. Las lágrimas retenidas por mi dictadura emocional. Una computadora fundida que agarra polvo en un escritorio. Una laptop propia que va y viene todos los días. 

Tengo: Las ganas agotadas de seguir adelante. Deseos infinitos de viajar a tierras diferentes. Lugares comunes y no comunes. Secretos y problemas. Complejos, miles de ellos. Casi un año de graduada. Una obra incompleta y una tesis terminada. Un título sin registrar. Vacaciones inexistentes y aburridas. Rutina y monotonía de sobra. Muchos pares de zarcillos cortos. Un control remoto que me salva en las noches. Un ipod Touch. Una deuda que se paga en cómodas cuotas. Silencios que duran todas las películas juntas. Miradas evasivas. 

Tengo: Ojos hinchados por la gripe, o no. Dolor en la nariz por una operación infructuosa. Hiperinsulinismo, hipotirodismo y muchos más ismos. Certezas y pocas cerezas. Dos anillos y una pulsera de plata. El cabello corto y la nuca libre. 

No tengo: Un diván, un sofá, un puf o una butaca. Ni a Freud ni a Platón. Ni a Glinda ni a Elphaba. Ni perros ni gatos. 

No tengo: Un voto de pobreza que me permita despojarme de todo. Un pasaje que me lleve a tierras lejanas. Un receptor del emisor. Pero sí mucho ruido en el camino. 

lunes, 15 de junio de 2009

Mejor de lejos

Mejor de lejos
Así no me odias
Así no te odio 
Así no me entero de mi dificultad y tu facilidad

Mejor de lejos
Así te extraño y no olvido que te quiero 

Sí, es mejor de lejos

Donde no hay palabras, donde no hay conflictos
Desde el silencio

Prefiero estar lejos
Prefiero quererte en la distancia 
A tenerte cerca y mirarte sin querer hacerlo 

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Shhh que no se enteren 
Que nadie sepa que me alejo 
Shhhh mejor calla 
No le digas a nadie que ves cómo se aleja mi reflejo

martes, 9 de junio de 2009

No me acuerdo qué pasó el miércoles. Sólo la noche demente de ese día que no recuerdo

Mi memoria está bastante mal hoy, y como tengo un poco de tiempo para escribir, pues decidí saltarme el día. Ya he eliminado días de mi memoria conscientemente, ¿por qué no hacerlo con un miércoles que, simplemente, no recuerdo? 

En fin. Recuerdo algo de la noche. Me di cuenta de que NECESITO actuar, eventualmente. Porque me estoy volviendo loca. Hoy lo dije, o mejor dicho, hoy me di cuenta porque lo dije como digo yo esas cosas sin darme cuenta: 

Te acostumbras a la rutina, por demente que sea, te acostumbras a no tener tiempo y a no dormir, cuando te falta eso, no respiras. 

Exagerado como todo lo que yo digo, porque evidentemente sigo respirando. Pero así se siente. 

Una vez hecho este paréntesis semi-intenso (estemos claros todos los que me leen, o sea, 2 personas, que puedo llegar a niveles increíbles), sigamos. 

De esa noche del miércoles recuerdo, básicamente, que todavía el grupo no entiende que, en ocasiones, voy a visitar. En lo que abrí la puerta del camerino mi nombre comenzó a ser vociferado por cuanta persona tenía un problema de producción: "maquíllame", "arréglame el alfiler", "cálmame". 

Give me a break. No estoy en la obra, y necesitándome no me facilitan la transición. 

Lo hice con todo gusto, por su puesto. Uno nunca se va realmente. 

"¡Coño, qué calor!" era la expresión general del mundo entero, porque el aire acondicionado no puede escoger mejor momento que las temporadas en el teatro para dañarse. Esta vez fue la peor de todas: no conforme con el calor, los hábitos de las monjas (sí, hábitos otra vez) y el stress propio, olía a soldadura y por lo tanto había más calor. 

Salir es la vía. No pude ni abrazar decentemente a quien quiero abrazar desde hace tiempo porque hacía demasiado calor, y no la voy a hacer gastar más energías de las que necesitan, no vaya y sea que se rompa. 

Empieza la obra y con ella el llantén respectivo de esta servidora. Joder, hay que ver que uno si es pendejo cuando quiere (exclamó la princesa). Me dejé manipular emocionalmente por la obra y, por primera vez, la entendí de cabo a rabo. 

Grave: o me estoy volviendo inteligente, o me estoy volviendo de esas intensas que no me gustan. Porque la intensidad te la tengo, y te la defiendo cada vez que el imbécil de mi trabajo decide juzgar a cualquier grupo que sea diferente, pero yo soy intensa light, porque evado, así de simple. 

Que me juzguen los intensos y superficiales del mundo: No pertenezco a ningún grupo. No tengo país y no tengo patria. ¿Cuál es? 

En todo caso, esa noche no me dejó más que recuerdos revueltos y una sola certeza: todavía no he logrado actuar como quiero. 

¡Mierda!




lunes, 8 de junio de 2009

De la semana pasada en demencia. Sólo el martes

Pues sí, pasó el lunes y yo seguía con un ojo más grande que otro por el absurdo que me rodeaba. Después de hiperventilar por horas y horas por los trámites propios que hay que hacer para obtener cualquier cosa en este país (y en otros también), finalmente, llegó el día: Cita para solicitar la visa americana. 

Ya Mussolinni descansaba en paz, ya Hitler había recibido su condena moral eterna, ya Mao y su cuello habían pasado de moda, y apareció una nueva dictadora en el panorama que es peor que Goofy cuando se mete en un carro y sufre una transformación al mejor estilo de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Su nombre: Lifo, mi hermana. 

No basta con el stress capitalino, no basta con el stress propio de mi madre por el "antiparabolismo" de mi padre. No. No es suficiente. Durante los días previos a este maravilloso día (bueno, maravilloso según la lupa), mi hermana sufrió una posesión demoníaca peor que la de Emily Rose o Linda Blair (la verdad no sé si la actriz interpretó a la otra porque nunca pretendo ver esa película), y su cuerpo se apoderó de cuanto dictador ha pasado por esta tierra: sólo le faltaba la verruga en la frente. 

Histérica. Simplemente histérica y asumiendo que todos los miembros de la familia teníamos el coeficiente intelectual de un Forest Gump -o de una rubia de la mención menos querida de mi carrera-  se dedicó a perturbar mis pocos momentos de paz, incluso el día de la cita. 
 
Amanece. Abro los ojos y veo que ella no está en la cama -porque sí, duermo con Mussolinni noctámbulo que habla por las noches y dice cosas tales como: "¿soy una curva en bajada?", "¿por qué, por qué, por qué soy un tequeño?"- Me digo a mi somnolienta persona: "Dentro de nada empiezan a joder". 

Pues no, pasa el tiempo y me doy cuenta de que no vienen a despertarme. Pues bien. Sigo durmiendo.

Error. Comenzó la trifulca en casa: "Ponte algo azul porque eso le gusta a los gringos", "Mal día para cortarse el cabello", "Quítate el piercing". Y yo con ganas de ponerme algo rojo, una boina y una camisa del Che Guevara para ver qué iban a hacer. 

Mantuve la fiesta en paz. Me puse -disimuladamente, eso sí- algo azul. Bastante sobria debo decir. Listos para salir y emprender el viaje a Ítaca, mejor conocida como Embajada de los Estados Unidos de América (suena de fondo, "Buscando Visa para un Sueño"). 

Mi papá, que por las canas asume que se las sabe todas más una, se metió por cuanta cola, tranca, tráfico estancado, había en esta ciudad. La cita era a las 11: 30 a.m. Y a las 10:30 seguíamos en la autopista. Mi mamá respiraba con una intensidad tal que perfectamente podría haberle dado más fuego a una estufa de las viejas. Lifo, parecía un toro. Yo... el torero. 

Después de muchos comentarios inútiles, mil lamentaciones internas por no poder llevar el Ipod -prestado, no importa- y decirme "no lo logramos", finalmente, lo logramos. Llegamos a la embajada a tiempo. 

Nunca en mi vida había visto tanta gente dispuesta a chupar medias. 

HORAS. Horas de una fila a otra. 80 mil revisiones de la misma cartera que llevaba que no era más grande que un sobre. Mil años de pie, mil años sentada. Finalmente, la encargada de la ventanilla 9 nos esperaba. 9, número de suerte este año. 

Una doña que no tenía pinta de gringa, más que por lo catira, con su respectiva lata de Dr. Pepper (porque al parecer de la ventanilla pa' allá las vainas sí llegan) pregunta: "Cuál es la relación que tienen?". Inmediatamente estos indios provenientes de Trujillo y Sarría responden al mejor estilo del W. Vallenilla: FAMILIAAAAAAA!!!! 

-"Coniajiosha de trabajo"- Es decir "constancias de trabajo", pero su español era bastante pobre. Pasa una, pasa la otra. Y ve la de Mussolinni. IBM sirve para algo después de todo. Después de esa no ve más. No hizo falta. 

-"Estaros de cuenta". Es decir "estados de cuenta". Imagino que conocería todo lo que desconozco de las cuentas de mis padres. No sé cómo no sospechó que trafican, o algo así como tanto me han dicho mis amigos. Yo todavía no me explico cómo hacen. 

Un click aquí, un click allá. Y el silencio nervioso, al mejor estilo de un comentario imprudente de cualquiera de los miembros de Teatro Ucab. 

Pasaron unos segundos y....Palabras mágicas: "Su visa ha siro aprobara". Esto no lo voy a traducir. 

10 años. Tengo 10 años para ir y venir. Y tengo algo de esperanza. De esa verde. De esa que es como la bruja. No me importa cuánto cueste. New York me espera y no pretendo ceder. 

Finalmente voy a ver Wicked

jueves, 4 de junio de 2009

De esta semana en demencia. Sólo el lunes

Pues sí, mi madre llegó de Barcelona, España el domingo (celebración no digna para mi reputación de gente ruda -o algo así-). Se volvió un poco loca gastando los últimos dólares que le quedaron para no dejárselos al gobierno, y sólo tiene 1 dólar con 6 en la cuenta. Muy bien, madre. Excelente decisión, que, además me beneficia. Bella la cartera, la franela, el pastillero y las vaselinas de Agatha que sé que me robarán en cuanto las huelan. Sí, es contigo Leo. 

Pues bien, una vez superado este día, y superado el impacto de mi corte de cabello -porque por lo visto se me ve muy bien el cabello corto-, comencé la semana con toda la disposición del mundo. 

Primer fallo: ¿Quién empieza un lunes de buen humor? 

Tonta Patricia, muy tonta. Si esto te pasa, es porque el resto de la semana va a ser un sin sentido tras otro. 

Dicho y hecho. El lunes se convirtió en una locura y desenfreno que comenzó con una cliente histérica, de éstas pertenecientes a opulentas familias, acostumbradas a tener todo y siempre estar en lo correcto. Con unos ojos verdes demenciales que miran de arriba hacia abajo porque nadie puede estar por encima de ella. La salvación: "mándeme los códigos de magenta, amarillo, cyan y negro y seguro podemos arreglarlo". 

Santa palabra: Usa siempre tecnisismos cuando alguien se crea superior a ti en lo que haces. 

Pasado este episodio, y todavía con el deseo de sacar mi lanzallamas imaginario (que muchas veces no es otra cosa que mi lengua), cometo la segunda tontería del día, sí, la segunda: 

-"hasta qué hora puedo ir a que me sellen esto?" 
-"Yo creo que hasta las 3:30" 

ERAN LAS 2:30

Comienza el corre-corre. Estoy finalmente libre de las paredes de la oficina y reviso mi cartera..... DEJÉ LA CÉDULA, COÑO! 

La hora más larga de mi vida pasó entre comentarios imprudentes y mis fatídicos vaticinios, imaginando a mi familia con sus grandes índices señalando mi culpa por hacer de un proceso tan atemorizante como la solicitud de la VISA, algo totalmente fallido. Lo imaginé perfectamente, una toma con un gran angular,  y yo del tamaño de un ajonjolí. 

Llega mi madre con el preciado documento de identificación. Los siguientes minutos fueron los peores de todo el día: vi mi vida pasar en fotos como 20 veces porque mi querida madre frenaba con real violencia ante cualquier carro para evitar chocarlo. Creo que pude haber sufrido de algún latigazo cervical, pero el siguiente frenazo remediaba el desperfecto. 

Llego, cual protagonista de cortometraje de la UCAB, toda sudada y nerviosa al banco, temblando, rogándole a lo que sea en que creo que, por favor, el don que me atendiera pudiera ser piadoso y notara que llegaba dos minutos antes de la hora límite. 

Pido mi número: muy bien... sólo 2 personas por delante. Pasa una, pasa la otra. Me toca. 
Entrego los papeles con mi cédula en mano.....


NUNCA LA PIDIERON



Maldigo en silencio y no revelo nada a mi progenitora, no vaya y sea que le de por chocar de la rabia. 

Llego nuevamente, sin poder respirar demasiado y me toca reunirme. Todavía falta bastante para que termine el día. 

Después de todo, finalmente me atreví a caminar sola por la principal de San Luis, totalmente a oscuras, a las 7 de la noche -pensando por supuesto en las estadísticas de secuestros de la zona- y emprendí mi viaje en camionetica -nada común para esta Chuchi Mendoza modesta-.