jueves, 28 de julio de 2011

A mis 25

En estos días, no sé a cuál canal le dio por pasar "Jamás Besada." La típica película romanticona de una mujer que está "en búsqueda" de sí misma y al final termina feliz.


Puede que este post sea muy parecido al que publiqué en estos días con respecto a Hollywood y sus clichés. Sin embargo, pretendo abordar otro tema.


El asunto de esta producción cinematográfica es, como siempre, más que predecible. Recuerdo que la vi cuando estaba chama, como en octavo grado. Era una pitufa todavía, pues. La típica historia de la mujer soltera, que no está feliz con su trabajo y de repente, al son del Bibidi Babidi Bu, aparece su príncipe azul en medio de una tarea secreta que al final se descubre...


...no la perdona...
...la perdona...
¡Beso!
...y vivieron felices para siempre.


Cuando la vi, a mis escaso teen años, recuerdo que me llamó la atención (básicamente porque todavía nadie me había besado) porque, ingenuamente, pensé que dentro de tantísismos años, yo iba a ser una gente grande que iba a encontrar el amor de su vida.


Pues resulta que la protagonista de la historia y yo tenemos 25 años. Y a mí me embaucaron.

Primero, porque ¿quién carrizo dijo que a los 25 años uno ya es gente grande? ¿Qué clase de proyección absurda es ésa de la vida?


Segundo, esta pana tiene que si un cargo bien fino, porque es editora de un periódico, no es pasante ni recoge cables. ¿Quién tiene su vida definida a los 25?


Tercero, ¿por qué diantres Hollywood se empeña en mostrar a los adolescentes de "secundaria" como si fuesen modelos de Calvin Klein?



No, mi amor. La vida no es así. El argumento de la peliculita es absolutamente inverosímil, porque, básicamente, ¿quién se va a creer que yo a mis 25 voy a volver a mi colegio de monjas y nadie va a sospechar que tengo esa edad? Una te engorda, una te saca ojeras, una te tiene cuerpo y mentalidad diferente. O los gringos tienen ADD, o simplemente no les dieron Wampole cuando eran chiquitos.


Además, eso de que no superas que fuiste una "loser" en el bachillerato y quieres volver por una segunda oportunidad... Yo te digo de verdad. ¿Quién, en su sano juicio, volvería al colegio a calarse tanta pendejada, habiendo vivido un poco más? Drew, mi amor, perdiste el tiempo en pendejadas si lo que te importa todavía es lo que dicen de ti en el colegio.


Ok, yo entiendo que el tema del bulling en los United es fuerte. Pero, gordita, saliste viva del "High School". La única frustración que puedes tener es que no te tocó  Zac Efron como compañero de promoción (y me perdonan la pedofilia, pero ese niño tiene un abdomen en donde se pueden lavar todos los trapos).


Y además el tema del amor. El fulano amor. Ok, puede que yo hable desde mi guayabo por soledad y mi verano azul intenso. Vale. Pero, ¿de verdad ese profesor es así de torombolo que no se entera? En serio, ¿cómo es que no sospecha que el único ser inteligente de todo este colegio puede tener su edad? Si así son los profesores, ahora entiendo a los alumnos con ADD.


Y ahora sí viene la extrapolación al contexto criollo. Pongamos, en un universo nefasto, que alguna venezolana decide regresar encubierta a su colegio para evaluar la fauna contemporánea que allí habita. Pongamos que no la descubren. Pongamos que se enamora de algún profesor que sea guapo (ya se va volviendo falsa la cosa). Pongamos que la pana, como sucede en la película, le pide perdón y le dice que la bese "por primera vez" antes de empezar un partido de béisbol...


Y... aquí ya se cae toda la cosa. O sea... Un partido Caracas-Magallanes, y esta mujer va atrasarlo para que la besen. Veo los vasos y las botellas lloviendo. Veo la burla. La veo.


Y ponte que la dejen embarcada (porque eso es lo que pasaría en la vida real).


Pues lo publican en lapatilla.com como titular de máxima importancia y última hora. Justo al lado de algún desnudo rutinario (y al parecer más importante que cualquier otra cosa) de Diosa Canales.


No, de verdad que eso no aplica.

Lo único que puede ser verosímil de esta película de rubias (porque siempre son rubias, o la mayoría del tiempo.) es la desconfianza del jefe en el ejercicio laboral de la protagonista.


En resumidas cuentas. Niños del mundo, les tengo una noticia:


La hermana mayor de 25 años no es una mujer hecha y derecha, no tiene la vida clara, probablemente no sabe quién es ni qué quiere, y no... Nadie la va a ir a besar en medio de un partido Caracas-Magallanes o de la Vinotinto. 


Lo que pasa a los 25 es que te estás encontrando. Que ya tuviste tiempo de asumir que te graduaste, que capaz (si tienes suerte) estás ejerciendo en lo que quieres, y entiendes, finalmente entiendes, que tiene que existir un momento en la vida para ser fiel a ti mismo. 


Por eso no vuelves al pasado. Por eso no te vas a dar una "segunda oportunidad" con nada ni con nadie. Porque entiendes que lo que no funcionó no se puede forzar, aunque duela. Que no quieres ser adolescente sino empezar a aprender a ser coherente (no adulta, eso es de gente aburrida). 


Lo que sucede a los 25, es que llegas al primer cuarto de vida importante. Y entonces te preguntas qué vas a hacer para llenar todos los vacíos de tu vida. 


Y probablemente, al día siguiente, todo lo que afirmas se convierte en una negación rotunda. 

miércoles, 27 de julio de 2011

Alergia ortográfica


Hay muchas palabras que detesto en esta vida. Muchas tienen que ver con el contexto en el que son dichas, o el tono de voz, o de la boca de la que provengan. Pero,  en efecto tengo muchas palabras que detesto. Sin dejar de mencionar las malformaciones que algunas personas dan a palabras correctamente escritas o dichas, pero que ellas deciden cambiar, porque les parece divertido, “cool”, o vaya usted a saber qué carrizo.

Es así como la conjugación “nos”, hace que cada uno de los mini-monstruos que viven en mí sufra de una ataque epiléptico masivo… Es intolerable. Brad Pitt podría estar en medio de una escena de sábanas revueltas conmigo, y dice “estábanos” y yo se lo corto… se lo corto.

Puedes ser el príncipe de Oz, de Narnia, de Papitolandia. Hablas mal y júralo que te pongo en mute.


A esta familia se suman los primos con seseo de los verbos. “DisteS, VisteS, me gustasteS, no sé qué me hicisteS.”. De verdad, si tienes problemas con la S, haz ejercicios de dicción.

No, yo soy intolerante a la falta de ortografía. Mi hermana sufre de diverticulitis, una nefasta enfermedad del colón que la hace intolerante a la lactosa. Yo soy intolerante a los errores ortográficos, gramaticales y  de conocimiento.

Vale, no digo que uno nace aprendido, ni que soy una enciclopedia ambulante. No te soy Petete pero si te soy gordita como su libro. Yo no pretendo que todo el mundo sepa de todas y cada una de las áreas del conocimiento, porque, si a ver vamos, sería bastante prepotente asumir que yo sí lo sé. Tengo sólo 25 años en esta tierra, y muchos de ellos los he desperdiciado viendo TV en lugar de un libro.

Yo no pido que todo el mundo sea ilustrado, pero cuando te preguntan en dónde lleva acento la palabra “Londres”, tú te preguntas cuál fue la acción nefasta que cometiste en la otra vida. Te preguntas si fuiste la mano que le cortó la oreja a Van Gogh, si fuiste el que lo incitó a hacerlo, porque de otra forma, el karma no podría compensar esa hemorragia auditiva que acaba de suscitarse gracias a esa nefasta pregunta.

No,  yo no pretendo que la gente se apasione y sepa de cine. Yo no pretendo que la gente vea las mismas películas que yo ni que se aleje de la taquilla Holliwoodense. Pero cuando te comentan que el papel de “bipolar” de Natalie Portman estuvo genial en “Black Swan”, deseas, desde lo más profundo de ti, ser ese personaje y suicidarte, decir “I felt it. I was perfect.”, y morir por el arte, porque esa persona acaba de matarte un poquito.

Pero hay una palabra que a mí me produce urticaria. Esta única palabra tiene la capacidad de darle mal de Parkinson a la mariposa que llevo tatuada en el cuello. Hay un tono específico, una forma de mirar, un contexto en que esta palabra se dice que a mí me quita años de vida.

AMIGUITA/AMIGA

Aclaro, no quiero decir que cuando me dicen “eres mi amiga”, yo tengo una trombosis. NO.

ES CUANDO EL FULANO SE ANTOJA DE DECIRME AMIGUITA, AMIGA, ERES TAN BUENA AMIGA.

Gordo, flaco, relleno, alien… Mi vida, date cuenta de que yo me quedo con los ojos como si les hubieses puesto un flash a cinco milímetros, cada vez que pronuncias esa palabra.  Hazte (me) la caridad de notar cómo un leve grito interno se libera de mi persona cuando dices… “Es que eres tan buena amiga, no podría sin ti.”


TE LO JURO QUE TAMPOCO PODRÍAS CONMIGO.

Te cuento que yo no quiero serlo. Te cuento que yo muero callada con cada consejo. Te cuento que el asunto fraterno, contigo, no se me da, porque deberíamos ser, en tal caso, “hermanos escogidos con derechos (varios, muchos, demasiados, excesivos.)”. Te cuento que bailo pensando en ti. Te cuento que puedo enseñarte mis pasos.

Es que es una falta a cualquiera de los reglamentos de la RAE que tú, precisamente tú, digas esa palabra. Es un error gramatical terrible, ortográfico, cacofonía. Eres una falta de todo, Andrés Bello se está revolcando en la tumba gracias a ti y esa palabrita.

Por Meryl Streep y toda su corte celestial. Deja de verme como la gordita simpática y pasemos una noche ausente de consejos y llena de malos caminos. 

Asumiéndolo con dignidad. O cómo mi abuela me hace el día.

Ok, hay que asumirlo dignamente. No tengo tiempo para nada y estoy en pánico. Fabuloso. 
Dentro de una semana exacta, estaré nuevamente en las tablas con un personaje que me encanta y una obra de teatro que me hace flipar en colorinches varios. 


Fino. Grandioso. Bomba. 


El detalle está en que, por primera vez en mi vida, sólo comparto escena con una persona más. Eso es todo, ahí se acabó el elenco. Dos personas. 1 y 2. Yo siempre había sido árbol 3, por eso me cuesta entender todo lo que está pasando, y por eso soy presa del pánico en este momento. 


La cosa no se simplifica cuando te das cuenta de que las semanas se van complicando cada vez más, que el agotamiento es la vía de tu cuerpo para somatizar tanto nervio junto, y que cuando tienes tiempo para "descansar", lo que haces es tener pesadillas con la fulana obra y el público lanzándote tomates, en el mejor de los casos. 


Pero es que de verdad yo no colaboro conmigo misma. "Mi misma, organízate y permanece digna." Eso es lo que me repito todos los días, antes de "dormir", para lograr algunas horas de sueño. Porque no, no estoy durmiendo tanto como me gustaría, y eso me vuelve un ser atrofiado e inútil que va hablando en cetáceo por la vida, intentando comunicar que, al mejor estilo de primer día de pre-escolar, es presa del terror autoinflingido. 


Juro que intento aferrarme, adherirme, pegarme con cierre mágico a la falda de mi madre, para ver si consigo algún tipo de consuelo, pero no, ya estoy como grande para esas cosas. Igual, debí aprender el primer día de colegio que eso de convertirme en un koala alrededor de la pierna de mi madre no iba a servir para nada. Pero vale, que soy bien terca. 


PHD en masoquismo como te soy, no es que me conforme con intentar evadir el tema. No. Que reviso el fulano evento en Facebook cada dos segundos, y veo cómo se va incrementando el número de "attendings" que pretenden ir a ver aquel espectáculo. 


Tiemblo, lo juro. Tiemblo como no lo hacía desde hace demasiado tiempo. 


Esto ha sido todo un reto, de verdad. No lo digo por sonar interesante, sino porque cuando uno no tiene experiencia figurando como personaje, pues le cuesta. Es así. Que si la exploración personal, que si entender el personaje, que si esto, que si aquello... Todo lo que implica, pero el triple en la vida, porque yo soy de las que necesita trabajo y no nació con la estrellita fulana del talento en su frente. A mí me cuesta, y por lo tanto tengo que trabajar el triple. 


La obra no es sencilla, y una de las cosas (que a mí no me atormenta, pero que sé que sí atormentará a mis familiares y cercanos conservadores) de la pieza es que hay un beso entre dos mujeres. Lo afortunado del asunto fue la explicación que le di a mi abuela sobre este asunto en particular. Porque sí, ella va a ir a verme. 


Estamos hablando de una gocha de 86 años que tuvo que echarle bolas a la vida sola, con sus cuatro muchachos, y después de tanto tiempo respirando ya se ha formado su visión de la vida, bastante jodida, la verdad. 


Esta nieta es la única que hace teatro, la única que tiene tres tatuajes y contando, y la única por quien reza para que deje de hacer locuras y encuentra el camino. A esta única nieta la besa otra mujer en escena... 


¿Cómo diantres le explico yo a esta señora que va a ver un beso lésbico? 


Pues así. 


"Nana, te lo voy a decir de una vez para que no andes sufriendo por la vida. En la obra me pegan todo el tiempo, pero no te angusties que eso está truqueado. Y también me besan. Me besa la otra actriz. Pero como tu eres una abuela de vanguardia y mente abierta (ya claro), no te vas a escandalizar. No vayas a pensar que por eso soy lesbiana." 


Mi abuela contesta... 


"¡Yo sé que no! Dios guarde y favorezca. ¡Prefiero que tengas un hijo sola a que te pongas en esas!"


Mi abuela me hizo el día con su tolerante religión católica y retrógrada. No porque esté de acuerdo con ella, sino por lo diferentes que somos, y porque, a la hora de la hora, yo y mis 25 años de locuras insuficientes hemos hecho que ella abra un poquito su mente. 


Yo logro que ella vea escenas homosexuales.  

jueves, 21 de julio de 2011

Escena arrabalera

Yo estoy tratando de llevar esto de la soledad con dignidad. Pero es difícil hacerlo. Sobre todo cuando has estado demasiado tiempo sola. Me refiero a que de mis 25 años, sólo he estado acompañada sentimentalmente (o sea, con derecho a manoseo, porque las amistades también son compañías sentimentales), como año y medio en total. Sumándolas todas, pues. 


Entonces uno se cansa. Y mi guayabo no se debe a un ser en específico, se debe a esta eterna soledad que ya está como fastidiosa. O sea, yo entiendo que la pana sea burda de fiel, que sea incondicional y toda la cosa, pero ya estoy empezando a pensar que está obsesionada con las personas que llevan mis exactos apellidos. 


Decía, entonces, que estoy enguayabada. Y, de acuerdo con mi manera de verlo, hay dos formas de llevar el despecho: La digna y la arrabalera. 


La primera es súper cool: escuchas canciones en inglés, te sientes identificada con Lea Michelle cada vez que le canta a Finn en Glee, lloras por Mc Dreamy y Meredith y, además, te conviertes en una indie, hipster, hippie chic, alternativa que escucha Adele, Florence and the Machine, Oasis, y un montón de gente increíble que admiro muchísimo y sabe decir, a la europea, qué tan bajo estás cayendo con ese despecho. Por supuesto, en esta categoría también entran los clásicos: los que escucharon nuestros padres, los que uno no entiende cuándo fue que empezaron a gustarle pero son eternamente universales. Y los intensos, los argentinos, los sureños, en general: Fito, Cerati, Charly. Este guayabo súper cool es internacional y demuestra que sabes de música, y escuchas de la buena, incluso cuando estás en la carraplana emocional. 


Y luego viene mi favorito, el guayabo arrabalero: Por algo somos latinos, por algo bailamos mejor que todos, por algo tenemos la piel canela (somos puro sabor, mi vida), por algo nos hierve más la sangre, por algo hay más pasión. El despecho, obvio, no es la excepción. 


No hay nada más sabroso que llorar hasta la médula escuchando a La Lupe decir que todo fue "Puro Teatro"

Al Willy Colón cantando "Gitana" o "Idilio", y sentir que el whisky o la caña de turno no es suficiente pa' seguir cayendo bajo. 


Y mucho mejor cuando te la das de refinada, te jalas una botella de vino -tan fina- pero sigues preguntándote "¿Qué te pedí?".


Porque te lo imaginas. Te imaginas la escena llena de lágrimas de rimel, labial rojo corrido y medias negras, caladas, rotas. Con cigarrito en mano incluido. Te imaginas lanzando tacones, bailando bolero, pegada con ese ser, recitándole tus dolores. Te visualizas con un vaso de whisky en las rocas, que nunca bebes, tomándolo "fondo blanco", con los cachetes llenos de líneas negras de rimel barato. 


No hay nada mejor que un despecho a la antigua. 


Porque uno, tropical como siempre, es dramático. Porque no hay nada más sabroso que convertirte en una Lupita cualquiera, por unas horas, y gritar (aunque sea al vacío), lanzar tacones y ganarte una noche con olor a tasca, de boleros y salsa vieja, que te muevan hasta la última fibra del sufrimiento. 


Después de eso, puedes seguir adelante. 

Blame it on Brangelina

Hay un tema que siempre viene a colación en mis conversaciones con los miembros del Club de Solteros y Despechados Anónimos (formado por esta servidora y dos amigos que, felizmente, me invaden la casa y cuarto casi todos los viernes). 


Luego de horas de argumentación con respecto a los seres que nos rondan en la cabeza, surge mi acuñada frase:


NO HAY EQUILIBRIO CÓSMICO.

Me explico. Esta afirmación tiene sus raíces en la continua observación que, envidiosa, hago en las diferentes locaciones donde me encuentro, la mayoría del tiempo sola, a las parejas empalagosas que, felices ellas, se demuestran su amor en público. Los envidio y celo porque yo no tengo de eso en mi vida, por ahora. 


La epifanía llegó, por cuestiones de la vida, el día en que Brad Pitt y Angelina Jolie decidieron ser noticia, nuevamente. Los queridos y envidiados Brangelina son el colmo de la belleza y sensualidad del mundo actual, y es en ese momento cuando digo que, simplemente, el cosmos no juega limpio. De hecho, estoy segura de que la mayoría de los movimientos telúricos que han impactado al planeta en los últimos tiempos, han encontrado su origen en una noche de pasión protagonizada por la pareja con los labios más sexy de toda la historia occidental postmoderna. 


Es así. Cada vez que estos seres deciden tener relaciones, debe temblar en alguna parte del mundo, porque la Tierra no puede soportar tanto sex appeal junto y compenetrado. No lo resiste, y tiembla, se desborda, llora con torrenciales lluvias. Es demasiado para el planeta. 


No hay equilibrio cósmico porque Brad debería estar con una mujer que no sea tan sexy como él, para equilibrar la cosa. No hay equilibrio cósmico, porque Angelina no debería estarse comiendo ese profiterol albino que tanta mujer desea, sino que debería estar con un gallo que no entienda qué fue lo que le pasó, y por qué tuvo tanta suerte. 


El resto de los mortales estamos privados del anhelo de soñar con estos seres en nuestras camas, aunque sea mera fantasía. Gracias a ellos nos damos cuenta de que en la vida real (porque eso que tienen las estrellas de Hollywood no es real, lo siento), también aplica. 


¿Cómo así que yo soy inteligente, simpaticona, con sentido del humor (gordita, sí, pero te tengo lo mío), medianamente intelectual y no tengo un ser al lado que lo aprecie? ¿Cómo así que a uno siempre le gusta quien no corresponde o quien nunca se entera? ¿Cómo así que una razón para terminar una relación "estable" es que nunca te amaron? ¿Cómo así que uno siempre da más y el otro da menos? 


NO. NO HAY EQUILIBRIO CÓSMICO. 

Hay un asunto ahí en el timming que no funciona. Dios creó al hombre, y mil quinientos años después, creó a la mujer (o a otro hombre, da igual) que le correspondía. 


Todo es culpa de Brangelina. Ellos alteraron el cosmos. Ellos son los culpables de que ya los contrarios no se atraigan, ni los iguales tampoco se sientan atraídos por el par. 


Ellos son los culpables de tanto desastre. 

miércoles, 20 de julio de 2011

Reto a Hollywood

Ayer Fox decidió pasar una de las peores películas que he visto en mi vida. El fin de los tiempos, o algo así. Nunca la había visto, y como me gusta sentir que alguien me acompaña mientras me dedico a editar de noche, tenía el televisor encendido, haciéndome ruido. 


El asunto es que medio le paré a la película, y, me di cuenta de que su argumento, como en la  mayoría de las películas de "suspenso" gringas, es una soberana mierda. Es una especie de imitación del "Ensayo sobre la ceguera" del increíble José Saramago, pero mala, por supuesto. Que si unas matas están arrechas con la humanidad, entonces hacen que los hombres se suiciden sin razón aparente. Y en verdad, nunca se sabe la razón de tal suceso. 


A esto le sumamos la actuación, siempre insatisfactoria, del protagonista, y una trama súper empalagosa, que me hace sufrir, porque soy prediabética, y no puedo estarme exponiendo a esos niveles de glucosa. Hasta hay un anillo del humor que simboliza la relación "tormentosa" y amorosa de los protagonistas. 


En fin, lo mismo de siempre con Hollywood y sus pretensiones de dárselas de interesantes. Pero de toda experiencia amarga se saca una enseñanza, y aquí viene lo que esta apocalíptica película me ha enseñado. 


Si alguna vez yo formara parte de una situación sin argumento, a lo gringa... Si alguna vez yo formara parte de una película de terror, estaría absolutamente jodida. 

El negro (afrodescendiente) siempre es el primero en morir. Después el latino, después el asiático, y si hay un gordo, los otros se corren un puesto para cederle a él el honor de ser la primera víctima. 


Pues yo soy gorda, latina, medio morenita y tengo los ojos medianamente achinados. No hay nada que hacer. Sería la primera. Es una realidad. Me pagarían miseria por una aparición en una nefasta película en donde sólo estaría los primeros 10 minutos, como demasiado, y, de seguro, me matarían haciéndome una liposucción sin anestesia, o algo por el estilo. Porque el mundo tiene algo en contra de los rellenitos, más allá de su preocupación por la salud... Tienen problemas con las curvas peligrosas. Es así. 


Pues le digo a Hollywood y todos sus guionistas mediocres: Vénganse para acá. Si van a hacer una película que argumenta que una toxina hace que la gente se quiera suicidar, que se pasen un ratico en el río Guaire, o que  bajen las ventanas de sus carros cuando acaba de pasar la lluvia, para que sepan lo que es un olor tóxico. 


Los gringos son una cuerda de jevas (odio esta palabra, y sólo la uso peyorativamente). Los panas tienen parques perfectos, todo les funciona bien, y una brisita tonta viene a querer que se suiciden. Les tengo una noticia: nosotros vivimos en caos, con los olores del Guaire a pata e' mingo, y sobrevivimos. 


Es más, chico. Si hicieran la película aquí, la primera víctima no sería la gordita, latina, achinada y piel canela. Porque es cómica, porque eso es lo que nos ayuda a no ahogarnos en tanta locura. El humor. La gordita sería la que sobreviviría. 


Claro, se trataría de una película independiente. Porque ni de coña van a hacer que la Miss Venezuela se muera primero. 

lunes, 18 de julio de 2011

Cinco (se lee 5)



Estoy en una onda de descubrimientos, porque, seamos honestos, quiero buscar temas interesantes/divertidos para escribir. 


Y como yo opto por la comedia para burlarme de mi "interesante" decadencia...
Y como ando en una de resoluciones de vida y quiero intentar ser sencilla...


Pues me la paso todo el día buscando la comicidad en la trivialidad de mi rutina. 


Es así como me di cuenta de que tengo cinco (se lee 5) vientres. Y esto me pareció gracioso.


Es así, una realidad fatídica me acongoja. La normalidad del género femenino puede que tenga la misma cantidad, más o menos. Lo fatídico de mi realidad es que todos mis vientres coinciden cada 28 días. 


Soy, por lo menos públicamente, cinco mujeres conocidas. 

La que hace teatro: Todavía no me atrevo a poner "actriz" porque, ya lo he dicho previamente, eso está en construcción. Casi todas las personas que me conocen saben que hago teatro. Ya mis tobillos se encargaron de generar esa noticia a partir de la curiosidad de la gente que comienza a verme, literalmente, de pies a cabeza. 


Mi mamá se refiere a mí como: "¿sabes?, la menor, la que hace teatro." 
Los familiares que uno ve en funerales, matrimonios y eventos varios dicen: "Ésta es la hija de fulano, la que hace teatro... ¡Ay! ¿Haces teatro? Y además de eso, ¿qué es lo que vas a hacer con tu vida?". 


Les tengo una noticia, mis tobillos y yo se la tenemos: Eso es lo que hago con mi vida, lo que hice, lo que haré. El resto es pura actividad de esparcimiento. 


La hija menor: Bien saben los hijos menores que tenemos la dicha de ser los consentidos y malcriados de la casa. Es así. Los hijos menores me entienden, así como también entienden que nunca nos van a ver como alguien que pase de los cinco (se lee 5) años. 


Yo sí lo admito, soy bien malcriada, y no sólo por quienes se encargaron de convertirme en una persona "coherente". Soy la menor de tres hijas, y las otras dos me consienten tanto o más que  mis padres, a -lo que sea que gobierne el mundo- gracias. 


Mi rol es, básicamente, joder la paciencia en casa. Me burlo de todo el mundo, ni mi pobre abuela se salva. Nadie. Por consiguiente, soy una plena artista del stand-up comedy homemade. 


Pero también lucho con mis constantes miedos a causa de tanto consentimiento. Sé que soy capaz de muchas cosas, les he demostrado que puedo hacerlo, pero muchas.... MUCHAS otras me aterran. Los hijos menores del mundo saben a lo que me refiero con el asunto. 


La ácida: El ADN no miente. Mi combinación de caraqueña producto del oriente y  occidente venezolano hace que tenga un coctel de ácido desoxirribonucleico bastante particular


Te soy de las que es brillantemente oscura en la mitad de la madrugada y hace comentarios imprudentes en público, a propósito. De las que  siempre tiene un subtexto evidente, porque así lo quiere. De las que ama el humor negro, no afrodescendiente, y se vale de ello para simpatizar con el mundo. Te soy ácida, te soy "rata" con las palabras, pero no con (todas) las acciones. Y me gusta. 


La eficiente: Sólo en el trabajo y con las cosas que amo. Es decir, en mi casa soy una vaga de lo consentida que soy, no porque no ame mi casa, sino porque soy floja. 


Pero en el trabajo me convierto en una monja española de colegio católico que no acepta un milímetro de imperfección en sus responsabilidades ni en los productos de sus compañeros. No me guardo ni medio comentario, es el único sitio donde mi lengua es calva por completo. 


Tampoco me permito imperfecciones (las controlabes o remediables) en el teatro, no si puedo evitarlo o si me permiten evitarlas. 


Soy de las obsesivas con una tarea, de las que no se van hasta que saben que ya está todo listo y pueden dormir "en paz". De las que madrugan si es necesario para que todo salga bien. De las que se quedan hasta las 4 am en un teatro montando escenografía. 


La que está clara: Esta tipa es burda de falsa consigo misma. Ésta siempre está clara en las situaciones que le están ocurriendo. 


Siempre sabe que el tipo sólo quiere sexo, siempre sabe que no va para ningún lado, siempre sabe cómo estar en el medio sin incomodarse. MENTIRA


Esta pana es una mediadora 24/7 que no se cansa de aconsejar y escuchar, pero que nunca abre la boca para hablar de sí misma. 


Esta pana es "moderna", no quiere casarse y disfruta de su soltería. Ella entiende que la soledad es buena para conocerse a sí misma. Esta pana es una mentira con pies. 


Entonces, cada 28 ó 30 días, todas estas mujeres -con sus vientres- me joden la vida. 


En dos platos: me convierto en una dramática, consentida, ácida hasta la médula e intolerante a los defectos, que manda a la mierda a la mujer moderna que es. 


Y entonces me sumo en una semana de helados de chocolate, películas y series que me dan en la madre, calorones menopáusicos adelantados y soundtracks cursis, que me convierten en cualquier rubia cliché de comedia romántica gringa. 


Lo peor es que, a veces, a las tipas éstas les da por no coincidir y me la paso todo el puto mes con ese dolorcito que tanto malhumora y oscurece la vista. 

Cuando quieras leerme

Vamos a hacer un trato. Si vas a sufrir de ceguera, perfecto, no tengo problema con tus ojos, siempre y cuando no me miren. 


Si tu problema es ceguera temporal o definitiva, allá tú y tu falta de precaución al buscar ayuda. Si lo que quieres, realmente, es dejar de ver... Perfecto. 


Pero a mí no me busques para fungir de muleta, bastón o lazarillo. 


Busca a quien tienes al lado. Si decides que tu ceguera sea negra, 
blanca o del color que quieras, adelante. Pero no me busques. No trates de verme, porque sabes -en el fondo- que tus ojos llenos de este glaucoma escogido a voluntad, me lastiman. 


Me lastima que me veas, me lastima que no lo hagas. Así que cuando vayas a cruzar la calle, usa tu bastón de turno. 


Sabes, sé que lo sabes, que estaré de bastón. 

Pero no, ahora no me mires con esa vista llena de cataratas que en mí se convierten en kilómetros de ausencia en caída libre. 


Quiero ser yo tus letras de cada mañana, tu material de lectura de día y de noche. 


Así que hagamos un trato


Cuando sea el momento, deja de ver con los ojos y permítete verme con las manos, con la lengua, con todo. 


Búscame cuando quieras que únicamente sea  mi cuerpo el que esté en braille y quieras leerme entera.

viernes, 15 de julio de 2011

Lingua, ae


Mi lengua está en Latín. 

Mi lengua está en desuso.

Escribo mucho. Escribo demasiadas letras y nunca termino de decir nada.

Mi lengua está en Latín, porque, apartando el verano monstruoso que tengo y que no me ha permitido ni medio beso partido por la mitad en un buen tiempo, a mí se me olvidó cómo es que uno se comunica verbalmente con valentía. 

Yo, una comunicadora social de esta República que todo lo que hace es producir ruido entre el emisor y el receptor, sé hacer varias cosas, pero no me sé comunicar. Mi lengua está muerta. Tuvo su origen y fue usada hace mucho, mucho tiempo, de forma correcta. Pero a mí se me olvidó cómo es que uno dice las cosas. 

Escribo en exceso por post. Sí. Escribo muchísimo, últimamente. Pero pídeme una palabra honesta, orgánica... y verás cómo mis papilas gustativas y cada uno de los músculos de la sinhueso entra en un ataque de pánico digno de cualquier película de horror sin argumento coherente. 

Pídeme que te diga lo que siento. Pídeme un te quiero. Pídeme un perdón... Yo... yo lo quiero decir. Pero como que me "resetearon" esa parte del chip, hace muchos, muchos años, después de una convulsión en pleno desarrollo.  O después de algún desaire, de esos que tanto sobran. 

Mi lengua está en Latín. La olvidaron. Dejó de usarse. Demasiadas declinaciones y estructuras en hipérbaton. 


Mañana vuelvo a ser sencilla. 

jueves, 14 de julio de 2011

Recogelatas Chic

Hoy leí un artículo sobre el tipo de animal que puede ser un hombre. No, no fue un insulto. Es decir, existen distintos tipos de animales (y hombres), de acuerdo a este post. 

Nueva verdad pública: Soy un imán de locos.

No miento, los locos me persiguen. Sean amistades, sean amores. Los locos y yo tenemos una relación sine qua non que yo no termino de entender. Mi fatídico y glorioso destino es andar con locos, besar locos (no sapos) y que me persigan los locos. 

Una vez, no miento, un mendigo esquizofrénico me lanzó un piropo en la calle... Venga, que yo iba con mi mejor amiga, una mujer preciosa, representante del patrón venezolano de belleza, y el loco vino a piropearme... a mí. 

El asunto del target de levantes de este voluptuoso cuerpo es, también, un tema. Digamos que muchos de los camioneros, motorizados, vigilantes, heladeros, obreros y camarógrafos de este país no se han dado cuenta de que están locos. Lo están, porque yo soy un imán de locos y eso es lo que me piropea a mí en la calle. No estoy siendo peyorativa. En serio. Pero lo encuentro gracioso. 

Obvio. Aquellos que han traspasado la frontera de mis dientes están locos. Yo, echada pa' lante como siempre, siempre aspiro a más. El nuevo siempre, SIEMPRE, estará más loco que el anterior. 

Eso sí. Son guapos. Sucitos. Descuidados. Artistas (qué peo con los artistas). "Recogelatas chic" -aquí a los mendigos se les dice recogelatas porque eso hacen, recoger latas-, pero guapos. 

En dos platos: artistas que tienen pinta de locos, pero son guapos… e inteligentes. Maldita seducción intelectual.

Con el tiempo, después del muy esperado "tenemos que hablar" (que ellos siempre dicen y yo siempre me trago), se vuelven mierda. Pero cuando están conmigo, son guapos. Es el karma. 

¿Por qué están locos?

Bueno, empecemos con el hecho de que son artistas. Un artista no es normal, termina irremediablemente loco, o camina por esos linderos más de una vez. Sólo que se adelanta bastante a este estado patológico una vez que yo lo conozco.

Tienen alguna afición fuera de lo común. Desde el fanatismo por la guerra de cualquier mundo fantástico, o alguna de los tiempos de María Castaña (y cuando digo fanatismo no me refiero a un simple interés, es obsesión, pero trato de ser sutil), hasta que cree que, en serio, su “varita” tiene poderes mágicos. Espero que no me toque nunca uno que me diga que me lanzará el Avada Kedavra, o que me solicite un Wingardium Leviosa.

Su manera de vestir. Digamos que yo no soy la persona más… apta, para hablar sobre las excentricidades de la vestimenta. Yo iba en pijama a la universidad. Es literal. Pantalones de pijama. Pero… digamos que, afortunadamente (sí), nunca me ha tocado alguno que se preocupe demasiado por Lacoste, Abercrombie o American Eagle. Y si se echan gelatina en el cabello, es por meros fines artísticos.

A mí me gustan mamarrachos. Medio guarrines y descuidados. Les da un ... (mordida de labios incluida) extra. Y lo mejor de todo esto, es que les atraigo. Si usted ve un mamarracho en la calle, júrelo, JÚRELO, que me vio, como mínimo, el cabello.

El intelecto. Gracias Buda, Alá, Jesucristo, Bill Gates, Tom Cruise… Gracias, por hacerme un imán de locos. Los Recogelatas Chic te tienen una inteligencia que es digna de envidiar. Un hambre de conocimiento increíble y un bagaje cultural maravilloso. Son letrados, ilustrados y despreocupados.

Conocedores del arte del saber, te saben perfectamente las frases típicas y no típicas de cortejo y posterior apareamiento. Capaces, por supuesto, de crear códigos “únicos” entre el cazador y la presa. 

Los símiles van más allá del “Tus ojos son dos luceros que alumbran el basurero”.  Expertos en conocer desde el “mucho gusto”, las aficiones, aversiones y obsesiones de la presa, para crear en torno a ellas un lenguaje común. Poetas, pues.


No. A mí no me persiguen los contadores, los administradores o los abogados. A mí me persiguen los Picasso y Reverón del mundo. Los que pintan sobre mi piel. Los que me cuentan historias de magia. Los que hacen un cuento conmigo y sin mí a destiempo. Los que componen canciones y actúan (dentro y fuera de escena). Los que bailan tango, salsa y tambor, afortunadamente.

A mí me persiguen los locos, y me alegra.

Ahora, yo me pregunto... ¿cuál es el animal esquizofrénico que representa a este tipo de hombres?

Ramírez... Es lindo cuando lo dices

"Yo vivo aquí, yo viajo, yo salgo a vivir aventuras y luego vuelvo a echar los cuentos."


Eso dice el actor venezolano Edgar Ramírez. Ramírez. Me encanta ese apellido. Lleva el porte del éxito impreso en cada letra. Al menos es mi esperanza. 


Ése es mi sueño, lo descubrí hace poco. Sí, me da un pánico inmenso dejar mi país y conocer otros, quiero decir, en plan de residencia. Que a mí el turismo se me da muy bien. A mis pies se les olvida que son planos, que se casan en terrenos irregulares, mis rodillas sufren de amnesia temporal y dejan de crugir cada vez que pisan un escalón extranjero.


Vivir en un país ajeno es, para mí, aterrador. Mis respetos a las mitades varias de mi vida que sí tuvieron los cojones para hacerlo y se enfrentan cada día a esa soledad que implica ser un extranjero. Sueño, sueño con hacerlo, y, esperemos que el puppet master que maneja mi vida me lo permita. Pero me aterra. 


Yo no quiero abandonar mi país. Es una locura, es una demencia. Sí, eso te lo tiene. Así como te tiene la inseguridad, pobreza y el desempleo, también te tiene los tambores, el "metichismo" autóctono, los volúmenes de voz que de seguro implican contaminación sónica, pero que son tan sabrosos, El Guajeo, los "Por en Medio de la Calle", la chicha de la UCV y el jugo de mango de la UCAB, la hora loca y cuanto puente se te ocurra para salir corriendo a una gloriosa playa llena de azul, de verde, de todo. 


¿Dónde más se puede bailar tambor sino aquí? ¿Dónde más se puede "hacer cambio de luces" con la mirada y decirlo todo? ¿Dónde más el español suena tan bonito que hasta parece que todos nos la pasamos cantando? ¿Dónde más alguien me va a entender mis diez minutos de brillantez en la madrugada, que merecen un talk show?


Yo sueño con irme, pero no para siempre. Yo quiero volver. Yo no quiero que mi país se convierta en un recuerdo. Yo quiero que todo esto se mejore, que encontremos la vacuna. 


Me perdonan el exceso de patriotismo, porque yo de marchas y movimientos estudiantiles, nada, sólo una franela roja que tuve en algún momento con el símbolo de las manos blancas. Yo, patriótica, no te soy abiertamente. 


Pero yo quiero hacer lo que Edgar Ramírez hace. Porque también me apellido Ramírez, porque quiero ser actriz. Porque quiero entrar y salir de Maiquetía sin miedo a saber si puedo volver a hacerlo nuevamente. 


Yo soy Ramírez. Y también quiero lograrlo. 

miércoles, 13 de julio de 2011

Con la respectiva separación silábica









Seguimos en este día a día digno de un tratamiento permanente de litio. Ayer abandoné mi lugar de trabajo con el Himno Nacional, y luego, al llegar a casa, continué las labores hasta que, nuevamente, el Himno Nacional volvió a sonar en los diferentes medios de comunicación. 


Para quien no sea venezolano, debe saber (si es que alguien que no sea de Venezuela me está leyendo), que el himno de nuestra patria suena, por orden gubernamental, cada seis horas en los medios audiovisuales. Horario: 12 y 6 am y pm. Ahora que lo pienso, creo que es sólo A.M. En todo caso, saque usted bien la cuenta, abandoné mi oficina en una hora demente, y continué con mis labores, no conforme con el cansancio. 


Estoy fajada. Realmente fajada con este tema de la edición. Tengo dos trabajos. Uno de tarde y otro que hago cuando las pestañas no tienen exceso de magnetismo y deciden unirse sin remedio. Evidentemente, cuando llegué al final del día era una víctima testimonial de un Dementor. Me chuparon el alma. No hubo Expecto Patronum que me salvara. No valía medio. 


En verdad no fue tan terrible quedarme sola en la oficina hasta que llegara la media noche. Trabajo mejor a solas. Me llevo muy bien con la gente, al menos eso creo (no con la de mi trabajo, en su mayoría, pero sí con la gente en general), pero me resulta mucho más sabroso trabajar sin el tiqui-tiqui de una mujer menopáusica, histérica y con la carta de jubilación en la frente, preguntándome cuánto se tarda la máquina en "rendear" o exportar lo que estoy editando. 


En vista de que mi nueva filosofía es, como lo dice el título de este diario virtual, bajarle dos a la vida, he decidido mandar todo lo que me moleste al carajo. Con su respectiva separación silábica: 


AL-CA-RA-JO 


Descubrí, hace poco, hablando y gritando por mensajes de texto (me revienta esto de los "encuentros virtuales") que esta técnica de la separación silábica es la gloria. De verdad, al separar en sílabas, el énfasis de la intención con que se dicen las cosas toma una dimensión indescriptible y por demás liberadora. Si se hace con la técnica de los aplausos,enseñada en primaria, mucho mejor. El toque burlón es un plus con las palmas.


Expresiones comunes, de ahora en adelante, aplicables a esta nueva técnica de llevar la vida como un sartén de teflón: 


QUE-SE-JO-DAN 
QUE-LA-DI-LLA (Sí, la LL va así, porque es una separación fonética, no ortográfica) 
A-LA-MIER-DA 


Y para ser un poco más refinada....


NO-MEIM-POR-TA (Sí, se escribe así, así se separa, porque los venezolanos nos la pasamos con hambre de letras, y nos comemos los espacios, personales y gramáticos).


Nótese que deben ser pocas sílabas. Esto simplifica explicaciones y aumenta la contundencia del asunto. 


Entonces, en resumidas cuentas, simplemente se trata de ir untada de aceite por la vida, que todo resbale y nada se pegue. Al que no le guste, que se ajuste. De lo contrario, juro que pararé en (más) loca. Ya es suficiente con creerme la nueva Black Swan y estarme metiendo en un personaje que, de verdad, me está dejando heridas y dolores físicos. Pero los disfruto. 


VAL-GA LA CU-ÑA