domingo, 25 de marzo de 2012

Y así se fue el tiempo

Y así pasaron seis meses y la vida pretendió volver a ser la misma. Así se fueron un montón de días que ella siempre recordaría. Así se guardó en su memoria ese sabor riquísimo a independencia, a soledad de a ratos (de la buena, de la que se disfruta) y eso que empezó a creer que fue el inicio de su vida. 


Así se fueron los días en los que iba a Londres de cuando en cuando a visitar a su mejor amiga, a ver algún musical o a caminar hasta que los talones ya no le dieran para más. Así se fueron los juegos con las piedras en la playa de Brighton, las horas del té, los scones y la comida tailandesa en el rinconcito más bonito y los cantos frenéticos de las gaviotas. Así se fueron las tardes enteras de llanto a solas sin nadie que interrumpiera la escena con exceso de drama. 


Así se fue esa soledad que ella tanto necesitaba para conocerse un poquito. Así se fueron los vuelos en easyjet, en ryanair y los viajes en tren y en megabus. Así se fueron las noches de karaoke y las cenas internacionales. Así se fueron las conversaciones por Skype. 


Así volvieron la paranoia y la esperanza ingenua de que todo podría estar bien. Así volvieron las ganas de irse a Europa (de nuevo). Así volvió a su país: Con 3 maletas llenas de otoño e invierno. Así volvió: esperando que algún día pudiera volver en primavera. 

lunes, 5 de marzo de 2012

Esas pequeñas cosas

Me quedan dos semanas de clases. Dos. Dos semanas de clases y 10 días extra para despedirme del inicio de mi vida. Estoy cursi hoy. Uno se pone cursi cuando le queda poco tiempo. Esta experiencia no es definible para mí. Soy parte de una de las tantas estadísticas de la clase media de mi país que reza que al menos uno de los miembros de la familia se va a estudiar inglés afuera por un tiempo. 


Soy parte de un promedio y te lo juro que me siento tan única después de estos 6 meses. Debe ser por eso que estoy llorando tanto últimamente. Lloro por todo, siempre. Y lloro cuando no entiendo qué pasa a mi alrededor. Siento que no hice mucho, y sin embargo, miro hacia atrás y me doy cuenta de lo demasiado que he hecho. Cosas que ni tenía idea, cosas pequeñas, nada demasiado extravagante, pero esas cosas mínimas que nunca me atreví a hacer antes. Esas cosas pequeñas. 


Tengo un pánico y una emoción terribles por volver. Tengo miedo de salir a la calle en Caracas, pero necesito recibir el sol que quema realmente. Tengo mi vida allá. Tengo el comienzo de mi vida en esta puta de burdel de alto costo que se llama Europa, que enamora a tantos y que es tan difícil de costear. Tengo mis soleras, mis tequeños, mis cachapas, mis noches de soledades compartidas, mis escenitas de celos de mentira, mis conflictos en común, mi teatro, mis "puede que algo pase", tengo una visita pendiente al Ávila. Pero no voy a tener los pints, ni los fish and chips, ni las noches de cenas internacionales, ni los abrazos checos o italianos. No tengo que actuar en otro idioma (por ahora) y sentirme arrechísima porque articulé unas cuantas palabras fluidamente. 


Tengo un montón de recuerdos mágicos. Tengo la certeza de que una japonesa en el mundo admira a Dudamel y sabe que es venezolano. Tengo un par de británicas que quieren ir a visitarme y comer arepas todo el día. Tengo un mexicano sumido en la locura, una española, que no es española porque es vasca, que canta como los dioses. Tengo una checa preciosa que tiene que volver a la danza y una italiana que parece la ONU de tantos idiomas que maneja. Tuve a Merry Poppins de profesora. Tengo una pana en un restaurant Thai, que además, es la cocinera. Tengo la dicha de haber visto cómo una mujer musulmana se quitaba todas sus capas de ropa tradicional frente a mí. 


Tuve mis cafés en Londres con mi mejor amiga antes de entrar a ver un musical. Tengo una amistad de vuelta. Tengo las peas lloronas, los nuevos clubes y una que otra promesa. 


Tengo un montón de incertidumbre en el cuerpo. Tengo una esperanza no confesa porque las cosas mejoren, por lograr algo, por cambiar para mejor. Tengo que ir a la playa y tengo que bailar salsa en un piso coherente, no en uno alfombrado. 


No tengo la historia de mi vida, porque eso sería demasiado triste en tan corto tiempo. No tengo una historia llena de aventuras, sexo y rock and roll porque yo no soy así. Tengo dos crush confesos y un par de cuentos interesantes. Tengo una debilidad evidente por los acentos. Tengo que volver. 


Tal vez fue demasiado tranquilo, pero para mí fue increíble. Tal vez fue demasiado corto y por eso quiero más. Tal vez escuchen mis cuentos y les parezcan aburridos, pero yo vivo de los detalles. Tengo pequeñas cosas que contar.