Después
de cuarenta y dos años de ausencia, he vuelto a mis andanzas. Como es
costumbre, he abandonado la escritura por falta de tiempo. Porque a mí me gusta
complicarme la vida, y como ser artista sensible no es suficiente, entonces me
lleno de mil vainas que hacer, para no aburrirme tanto. Porque el estrés, según
mi mente psicópata, es divertido.
Estoy
involucrada en muchas obras de teatro, o por lo menos para mí son muchas. Y le
agradezco profundamente al escritor de mi vida que me haya puesto en esta
situación. No conforme con eso, sigo de profe, además de mi trabajo (el que me
da, medianamente, dinero para subsistir). Entonces yo no tengo tiempo de nada.
En serio, no lo tengo.
La mayor
novedad en este momento es mi trabajo. Yo no sirvo para las oficinas, pero este que tengo ahora me hace muy llevadero el asunto, porque está lleno de gente
contemporánea conmigo, y que entiende que yo soy actriz antes que cualquier
otra cosa. Raros en su especie.
El
asunto con este laburo es que está lleno de gente cool, porque la gente cool
siempre estará de moda.
Yo
siempre he dicho que yo no soy cool, nunca lo seré y no me llevo con la gente
cool. Pero estos especímenes me caen muy bien. Y nada tiene que ver con el
hecho de que me den dinero para mantenerme, o intentarlo.
De un
tiempo para acá, lo cool es ser raro. Por lo tanto, yo decidí ser normal. Y tan
de moda estoy en la vida, que llego treinta años tarde a reflexionar sobre el
tema. Yo siempre he escuchado el mismo tipo de música, me gusta el merengue y
poco conozco de los grupos indie, hipster, o cualquiera de las etiquetas que se
le quiera dar a la gente que canta como un pajarito recién nacido. Los disfruto
cuando los oigo, pero no soy una maestra en el tema. Yo escucho a Sabina, que
parece un zamuro a medio morir.
El
asunto que a mí me perturba con este tipo de gente, es su propia versión del
idioma. Palabras como “chill”, “bro”, “perro”, “fluir/fluye”, “vacilar”,
“tripear”, “canalla”, “dark”, “brutal”, “debilitante”, “full”, etc., tienen un
significado absolutamente nuevo para mí.
No sé
en qué momento de la vida comencé a perderme en los predios del idioma, pero
hasta donde yo tenía entendido, yo era bastante culta con respecto al tema. Pues
ahora resulta que no.
Expongo
mi caso con un ejemplo de una conversación hipotética de este tipo de gente:
— ¿Qué
pasó, bro?
— Todo
chill, bro. ¿Qué tal ese fin?
— Coño,
perrito, chilleando con la jeva en Quinta Bar. Marico, me conseguí a (inserte
nombre de gente conocida en sociedad, que evidentemente yo no tengo ni la más
budista idea de quién es), y andaba con (inserte nuevamente nombre de gente de
sociedad). Me debilitó burda verlo con esa jevita.
— ¿Y
esa vaina, bro? ¿Por qué no te fluye?
— Coño,
marico. Esa relación no tiene sentido. No me la vacilo. Demasiado canalla esa jeva.
Me parece full chimbo. No me la tripeo, pues (se quiebra la mandíbula, por
supuesto).
—
Escaló dark, el pana. ¿Tienes panga?
—
Claro, bro. Vamos.
—
Brutal, perrix.
Traduzco
lo que acaba de suceder:
—
¡Hola! ¿Cómo estás?
— Todo
bien. ¿Qué tal estuvo tu fin de semana?
— Pues
bien. Salí a relajarme con mi novia en la Quinta Bar. Marico (esto se admite en
cualquier etiqueta o subcultura venezolana), me conseguí a (sigo sin conocer a
la gente de sociedad, así que ponga usted el nombre) y andaba con (IDEM). No me
gusto verlo con ella.
— ¿Y
eso? ¿Por qué no te gusta?
— Coño,
marico. Esa relación no tiene sentido. No me parece buena idea. Esa chama es
muy fea/chimba (sigo sin saber qué significa “canalla”). Me parece chimbo (pasa
lo mismo con "marico" y con "chimbo" en Venezuela, esas palabras son socialistas).
No me gusta la idea.
— Ese
pana la está cagando / se puso fea la cosa (No sé que significa escalar dark).
¿Tienes cigarros?
—
Claro. Vamos.
—
Chévere.
Entonces
yo me pierdo la mitad de las conversaciones que se dan en esta oficina. Destaco
también mi preocupación por la salud de estos amigos, porque todos parecieran
estar en constante congestión nasal, por su tono y forma de hablar.
En el
fondo me los tripeo (comienzo a camuflarme con ellos y entro en pánico). Pero
no entiendo la deformación del idioma. Y temo convertirme en algo así. Ayer me compré unos lentes vintage, y ahora
me gusta ese tipo de ropa.
Cuando
comiencen a gustarme los gatos, llamen por fa a los pacos, perritos.
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