jueves, 10 de septiembre de 2009

Martes 10:00

Y la inocencia, o ilusión de quien conserva una esperanza alimentada de pequeñas bolsas de té de hierbas. Un Aquiles, dos Aquiles, tres Aquiles. Todos somos Aquiles en algún punto. Lo irreversible se asoma entre agua salada y caminos rápidamente recorridos. Los números no son absolutamente nada, sólo cuando marcan. Como un Martes a las 10 de la noche. Como un Martes a la 1 de la tarde, o como un Martes a las 3 de la tarde.

Se pierden dos almas: la tuya y la mía. Tú causas la pérdida de la mía. La indiferencia ha llegado finalmente. El extremo del extremo. Y tú, monstruosa divinidad, deidad de deidades: el mundo admira una aberración escondida entre costillas y metales.

Hasta luego, son las 12 de la noche. Ya boté mi última lágrima de amor.

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