jueves, 26 de abril de 2012

Marías del mundo, escúchenme

Yo tengo un fuerte pegue con el fuego. No sé por qué, pero a mí el fuego me llama la atención. Y eso se me enfatizó hace unos años cuando tuve que hacer de "fuego" en una obra de teatro. Sí, porque uno empieza desde abajo, haciendo de árbol 3 en cualquier obra, y a mí me tocó hacer de llamita andante. 


Lo fino del asunto es que ése fue uno de los personajes que más he disfrutado en el tiempo que tengo sobre las tablas. Porque, en serio, era una llamita andante que movía las manos como si se creyera el pana de Kdabra, sólo que a mí me salía más cool la cosa porque tenía un vestuario muy fino y un maquillaje bastante rudimentario pero que me tripeé una bola y su respectivo mingo. O sea, yo era más cool que Luca porque no era no era un mago emo que lucha contra la iglesia. 


En todo caso, que cuando me tocó hacer este fueguito yo era una intensa a la fuerza de la UCAB que se obsesionó con todos y cada uno de los personajes que le tocó representar, y de ahí se vino la obsesión más fuerte con este elemento de la naturaleza. Entonces me di cuenta de que tengo tendencias piromaníacas. 


Yo quemo pitillos por diversión y para verle la cara de "esta pana nos va a matar", "vamos a morir todos quemados" a la gente. Yo amo el olor del papel quemado, así, como ese pergamino cursilón que uno hace cuando no tiene cómo hacer una tarjeta/carta bonita. 


Entonces me di cuenta de que hay ciertos momentos en mi vida en que me pongo incendiaria. Sí, incendiaria así como las doñas guarimberas de Altamira, incendiaria como estudiante de la UCV lanzando molotov y quemando cauchos frente al Jardín Botánico. Me pongo incendiaria mental y me provoca quemar vivos a ciertos seres, tal como Bart Simpson quema hormiguitas con una lupa. 


Últimamente, todos los días como a las 4 de la tarde me pongo incendiaria. Se me salen los fuegos artificiales internos y entro en cortocircuito en el momento en que ciertas personas de mi lugar de trabajo comienzan a hacer comentarios homofóbicos/inmaduros/sexuales... O cuando me hacen comentarios tipo "claro, tú tienes calor porque como tú estabas en Europa" (con la respectiva volteadita de ojos y la lengua casi saliéndose de la boca, por la comisura... Boca e secretaria/cajera/persona que trabaja en un escritorio y tiene una lima de uñas cerca, pues). 


Y entonces me di cuenta de que me estoy poniendo incendiaria por cualquier tontería. Y hoy me estalló un dolor de cabeza terrible. Y me fastidié de tener la cara amargada todo el tiempo cada vez que me monto en el carro y me dirijo a mi casa. Me cansé de la agonía que me significa ver a una persona en una moto y pensar que es mala. Me cansé del monotema. Hoy me cansé de estar paranóica, porque uno no puede ir temblando por la vida a menos que esté bajo cero. Y de ese clima no te hay aquí en Venezuela. 


Me cansé de estar incendiaria y fosforito por la vida. Por consiguiente, pido a todas las Marías que conozco que vengan a apagarme la vela (no, no fue un chinazo) y me ayuden a bajarle dos y cumplir con el objetivo de este blog. No se lo pido ni a la del Valle, ni a la que echa escarcha ni a la que se le apareció a varios indios, porque ésa es la misma con diferentes trajes de gala y porque estoy segura de que esa panita no me debe tener en su top ten de acciones sociales. 


A las Marías, a las que creen que se debieron llamar María, a los Marios, a quien quiera: lo invito a que me ayude. Yo soy divertida cuando me hacen reír, especialmente de madrugada (no, tampoco fue un chinazo).  


Yo sé que dentro de poco voy a estar menos explosiva, porque ya me voy de un trabajo donde no soy feliz. Pero todavía quiero recordar esas cosas bonitas. 



miércoles, 25 de abril de 2012

No me sé la letra

Yo tengo una relación bipolar con la tecnología. Es como esas relaciones de primer amor que, eventualmente, se convierten en tóxicas. Me parece que aporta demasiados beneficios y maleficios al mismo tiempo. 


Hace un tiempo, cuando volví a esto de escribir en un blog, el primer post se refería a cómo nos sumergimos día a día en un mundo lleno de GB, MB, Pines, SMS, etc etc etc. Todo se reduce a siglas y correos electrónicos. Todo se reduce a demasiados códigos binarios. 


Y hoy me di cuenta de que de verdad estamos perdiendo humanidad o yo me estoy pasando de hippie. Yo no le conozco la letra a la mayoría de la gente con la que me la paso. Les conozco el tipo de fuente que seleccionan en su correo, o el tamaño de letra, pero no su caligrafía. Y eso es bien injusto porque bastante que nos insistieron a todos en escribir en la fulana letra palmer cuando éramos chiquitos. 


Vale, hay gente que no tiene la letra bonita y como que es mejor que escriba por medio de las teclas, pero hay otra gente a la que provoca leerle las letras, las propias, no las virtuales. Hay personas que todavía deberían escribir cartas y llenarlas de cursilerías bonitas o de pensamientos interesantes. 


Tengo algunos amigos que todavía tienen la maravillosa costumbre de escribir a pulso en sus cuadernitos privados, pero sería igual de bonito seguir escribiéndole a alguien. Es una manera de ser más personal y menos virtual. Porque ya es suficiente con toda la distancia geográfica que vivimos día a día gracias al éxodo masivo, como para que además también establezcamos distancias con quienes (todavía) tenemos cerca. 


No sé, creo que es bonito eso de conocerle la letra a alguien, creo que es bonito imaginarse en qué estado de humor escribió cuando lo hizo porque a veces hasta las hormonas alborotadas se ven en las letras escritas a pulso. Yo creo que mi letra es bastante tímida, por ejemplo. Es chiquitica, medio choreta, y cuando estoy de malas es un monstrete que no se entiende. 


También creo que me pasé con la dosis de palmeras que me fumé hoy. Pero de verdad me gustaría recuperar esa costumbre del contacto personal.  Aunque sea por medio de una carta. 

martes, 24 de abril de 2012

A fumar palmeras

Pana, yo no sé qué demonios fue lo que pasó este fin de semana, o esta semana y la pasada, pero como que Mercurio está menstruando o está en anfetas. He hablado con varias personas (bueno, "hablado" porque últimamente ya todo se resume a pisar unas cuantas teclas, y eso es lo que llamamos "hablar") y todo el mundo está de mal humor. Incluyéndome. 


Tuve un fin de semana particularmente particular. El sábado gracias a las lluvias no pude salir de mi casa (el nivel de desarrollo de este país no te permite salir cuando llueve porque los árboles se caen y se tardan años en solucionarlo) y además se me amargó la tarde por una serie de textos desafortunados que ya ni valen la pena detallar. 


El domingo todo iba bello hasta que Mercurio o algún espíritu chocarrero se ensañó contra la vesícula de mi padre y desde ese día no he dormido nada, porque tocó jugar a ser grande, pues. El asunto es que como que todo el mundo ha tenido días de mierda porque he leído varios comentarios de diferentes personas que andan de malas, que quieren mandar todo a donde también quieren mandar al presidente o a la oposición, o en su defecto, quieren darle al botón de pausa del universo. 


Yo no sé nada de astrología, no sé cuánto es que dura el fulano Mercurio retrógrado, en anfetas, en coca o con sobredosis, pero ya está como bueno. Suficiente tiene uno con tener que ir paranoico en la calle, agarrándose hasta las pantaletas, no vaya y sea que también te las quieran arrancar, como para también amargarse la vida cuando está en la casa o cuando tiene tiempo libre. 


Vale, que algunos problemas son fáciles de olvidar y otros extremadamente difíciles. Sí, absolutamente. Pero hay que hacer un esfuerzo, panita. No es posible que no haya una cajera de buen humor o un mesonero amable en esta ciudad. A la gente como que se le olvidó decir gracias, buenos días, como que todo el mundo se acostumbró a voltear los ojos, o lo que es peor, a no mirar a los ojos. No, brother, las cosas no son así. 


O todos nos dejamos llevar por la agresividad reinante, o hacemos algo al respecto. O somos antipáticos y amargados todo el día, o hacemos un esfuerzo por sonreír. Mira que el extraño no tiene la culpa. Las cajas de pago de Mc Donald's dicen que las sonrisas son gratis, y mira, hay que creerle a la gente que domina el mundo, pues, ellos saben lo que hacen. 


O nos ponemos todos a evadir que estamos hartos de vivir así, o agarramos la situación en nuestras manos y dejamos de ser tan antipáticos. Por eso propongo que todos nos vayamos a algún parque a fumarnos una palmera (porque hace falta mucho más que un porro para poder volar en esta ciudad) y nos pasemos de hippies por 24 horas. 


Porque si no, panita, que te lo digo yo, todos vamos a terminar con la vesícula explotada. 

viernes, 20 de abril de 2012

Hipermetropía emocional

Chico, vale. Con lo que a mí me hace falta escribirle una cursilería a alguien. De verdad. 
A mí me dan como antojos por épocas del año, antojos culinarios, me refiero. De otros tipos también, pero una vez que me dan, no se me quitan nunca. 

Y esos antojos son anacrónicos: o sea, yo no soy del tipo de personas a quien le provoca una hallaca en diciembre, porque eso es lo normal. Obvio, el antojo es algo que te provoca out of the blue, como una patilla de la Patagonia. Una vaina que no se puede conseguir, pues. 

Y bueno, digamos que la situación actual de mi país permite que uno tenga antojos de ese tipo, de vainas anacrónicas que no se consiguen en temporada, porque bueno... Ahorita no es temporada de nada y nada se consigue. Menos mal que a uno no se le antoja que si comer azúcar pura, porque yo te digo... 

Luego de este momento doña Altamira... Procedo a decir que ahorita lo que tengo es un antojo terrible de escribir cursilerías, de decirle a alguien que me gusta su perfume o que me encanta como tuerce el labio cuando habla. Que me gusta su "algo". 

No sé. Eso hace como falta, ¿no?

Ponerte en una de miraditas y vaina. Jugar con las manos debajo de la mesa. Eso es como chévere. 

La vaina es que yo suelo tener una hipermetropía emocional aguda, pues. Yo me fijo en unos seres que se ven de un bien de lejos...y cuando te acercas dices "hija, en qué pensabas?". Entiéndase que no me refiero al físico, sino que simplemente a mí la brutalidad adolescente no se me ha quitado y yo idealizo más que una doñita católica en el Vaticano. 

Y ése es el problema, básicamente. Eso de Darwin conmigo como que no se aplica, porque lo de la selección del macho Alpha y tal, la supervivencia del más fuerte como que... como que yo no agarré ese ticket en la repartición. Mientras más pata en el suelo, mira, para mí es más similar a Brad Pitt.  Y bueno, ¿quién carrizo sobrevive así?

Y en serio no quiero ser peyorativa. Lo juro por Madonna que no. Pero es una realidad que debo asumir: Yo sufro de hipermetropía emocional y no hay nada que hacer. A mí, por ahora, me ha gustado un solo ingeniero, y después que probé la poesía y la música, se perdió esa platica. Entonces los antojos que tengo son bien anacrónicos porque ya yo no soy ninguna adolescente como para andar poniéndome a escribir noticas romanticonas por la vida, ni andar mandándole a nadie ningún peluche Pelanas. Aunque eso creo que no lo hubiese hecho de adolescente tampoco. 

Pero en definitiva  como que sí se me antoja eso de que alguien me mire bonito y que me mire no tan Disney, también. Pero tipo sano, pues. Nada de sustos. Que quede claro que no estoy pidiendo un sádico parisino que me persiga (con el perdón del resto de los parisinos). Lo que me provoca es un pistoneo, un baile pegao, una buena conversación de madrugada y hasta el amanecer. El resto se agrega naturalmente.

Coño, chico. Lo que se me antoja son unos buenos lentes para estos ojos que no ven tan bien. 

martes, 17 de abril de 2012

Nunca es "Ni tan Tarde"

Es increíble cómo explota el Twitter a partir de las 11 de la noche en mi país desde hace ya algún tiempo. Resulta y acontece que dos de los mejores hosts de Venezuela tuvieron la excelente idea de hacer una movida estratégica de rating que nos mantiene recordando los tiempos aquellos cuando estaban juntos en un programa. 

Si no los podemos tener juntos, los tenemos seguiditos, un programa detrás de otro. La Erika y el Chataing la han pegado del techo, tío. No sé si es porque tenía muchísimo tiempo sin verlos, o porque en verdad necesito reírme de algo, pero el día me mejora muchísimo a partir de las 11 de la noche. Primero, porque vuelvo a la vieja costumbre de ver televisión nacional, un hábito bastante obsoleto, incluso para las clases menos privilegiadas del país, porque podrán no tener shampoo, pero sí su antenita de DirecTV bien colgada. 

El hecho es que me alegra el día porque, como muchos de mi época y de un poquito más pa' atrás, pues recuerdo aquellos tiempos cuando ambos animadores/locutores compartían el mismo espacio televisivo con  un glorioso programa llamado Ni Tan Tarde. Y más allá de eso, porque me encanta el sentido del humor de ambos, en especial el de Erika de La Vega. 

En todo caso, que llego a mi casa y después de manguarear por un rato, veo ambos programas. Se hace como más llevadero el cansancio después de reírte un ratico. Y la verdad es que ahora no hace falta que ningún pendejo se ponga a tocar puerta por puerta pa' saber qué programa estás viendo, basta con meterte en Twitter y así puedes medir los ratings. Los panas la pegaron del techo, como ya dije. 

Y ese éxito se debe a una sencilla razón: el venezolano usa la risa para sobrevivir. Y es que necesitamos reírnos, casi como obligación, después de ver Globovisión o VTV por 5 minutos. Necesitamos reírnos después de ver cómo un motorizado le apunta a otro con una pistola, a plena luz del día, en medio de una calle del Marqués. Necesitamos reírnos después de pasar todo el día pensando que cada vez que abres la puerta del sitio donde trabajas puede entrar alguien sin que te des cuenta. Necesitamos destartalarnos de la risa, así sea por ver un video tonto en el "Punto Final" de Erika o con "Las Noticias de Mañana" sin sentido de Chataing, después de estar media hora mirando por el retrovisor porque piensas que alguien te está siguiendo, o porque pasaste 5 horas en una cola de los mil demonios para ir hasta Guarenas. 

Necesitamos reírnos de estupideces, de comentarios inteligentes. Todos los de Teatro Ucab (al menos los de mis tiempos) nos reímos al ver al Profesor Briceño de panelista con De La Vega, porque decimos "coño, eso yo lo vi de gratis en el camerino". Necesitamos reírnos para evadir este miedo constante, esta zozobra terrible de mirar en la dirección de todos los puntos cardinales existentes (y los que nos inventamos) para asegurarnos de que nadie raro anda por ahí. Parecemos Linda Blair en El Exorcista, dándole vueltas a la cabeza pa vigilar todo lo que nos rodea. Al menos no estamos verdes y vomitando por ahí, pero algunos sí parecen poseídos por el demonio. 

Necesitamos reírnos para no pensar en tanto hueco que necesitamos evitar para no hundirnos, para no espicharnos, para no accidentarnos más. Necesitamos reírnos para ausentarnos, aunque sea por 90 minutos, de las 24 horas de resignación y el tan conocido "esto es lo que hay" que ya adoptamos como el nuevo símbolo patrio (Orquídea, Araguaney, Turpial, Pabellón y "Esto es lo que hay"). Esto no es lo que debe haber, no se acerca ni un poquito. 

En todo caso, gracias Chataing y Erika. Gracias a sus guionistas por hacerme olvidar el miedo que tengo desde que llegué. Aunque sea por una hora y media. Gracias por quitarme esa paranoia que tengo por un ratico. La vaina es que no tengo ni DirecTV plus ni un Tivo para poder grabar los programas y ponerlos en loop hasta que se me quite esta ansiedad que tengo a toda hora. 

Coño, la vaina es que no me los puedo llevar en el Ipod (qué miedo da escribir que uno tiene un Ipod, no vaya y sea que alguien lo lea) para verlos mientras voy camino al trabajo, porque me lo pueden arrancar de las manos. La vaina es que no tengo una versión portátil de un ansiolítico audiovisual que me ayude a reírme todo el día. 


Pero al menos sé que siguen manteniendo la filosofía de que nunca es Ni Tan Tarde para reírse, y eso se agradece...

 ...y burda. 

domingo, 15 de abril de 2012

I can toc guachinton tu (con todo el irrespeto del comercial)



Ok, acabo de tener un momento divertidísimo gracias a alguien que visitó el blog.
No es algo que haga demasiado a menudo, pero me gusta saber cómo llega la gente a mis letras, y, por esa razón, le puse la fulana aplicación que dice de forma casi preocupante de dónde viene y a dónde va la gente que se mete en este rincón virtual.

En estos días, una amiga me dijo que recomendó mi blog y que alguien le dijo que escribo bien. Gracias señora dramaturga argentina por decir que hago eso, porque yo, la verdad, no lo creo. Pero usted parece tener más autoridad, en vista de que hace lo que hace.

El punto es que por esa razón, pues me metí en la fulana aplicación a ver de dónde me han visitado (una vez tenía visitas de Tanzania) y cómo fue que llegaron aquí. La mayoría de las veces me desilusiono, porque siempre el fulano artículo del cebollín los trae hasta acá. La gente googlea cebollín, y pues al parecer en algún link sale mi post. Bueno, vale, probablemente se desilusionen al leerlo porque allí no defino cómo es que se dice en inglés (spring onions, by the way). Pero bueno, la mayoría de la gente extraña (porque sé que algunas personas de afuera sí se meten para reírse de mis tonteras), trata de encontrar el significado del cebollín en inglés en este abasto de ideas esporádicas.

Viendo que tengo la razón en la mayoría de los casos, y que de hecho se metieron para buscar la traducción de la fulana mata en inglés, me encuentro con un pobre ser que vive en gringolandia, o bien un gringo que quiere aprender español, y al parecer escuchó a algún venezolano decir la frase que da título a mi blog:

Bájale dos.

Esto es lo que encuentro en la ruta que lleva a esta persona a caer aquí: "What does it mean 'bajale dos'?

Muero de risa. Gracias, gringuito, por encontrarte con uno de los tantos venezolanos que andan por el mundo, y querer aprender a hablar en el idioma en que se habla en mi país. O en su defecto, gracias personita extranjera que habla español y no entiende qué demonios es eso que hablamos nosotros.

Gracias por producirme tanta risa en un momento necesario.
Ese gringo can toc guachinton tu.

The Big Brother is watching me

Yo creo que lo que sea que gobierna el mundo lee este blog de alguna forma. Estoy convencida de que Dios, Alá, Buda, el Papa, Tom Cruise o Lady Gaga me observan desde alguna parte y presionan un botón rojo cada vez que yo digo algo en esta taguara (bar de mala muerte, para los más floridos en el habla venezolana). 

Yo me estaba quejando hace dos posts (creo que me gusta esta medida de tiempo) porque estoy deprimida y lo evado con cosas tontas, como cambiar el diseño de este mercado de ideas esporádicas. Pues resulta que bastó y sobró que yo le diera click al botón de "publicar entrada", para que me saliera cuanta cosa se me ocurriese para ocupar mi tiempo. Y lo bueno, ocupar el tiempo en algo que me gusta.

No quiero hablar demasiado, primero, porque la envidia también se transmite virtualmente, y segundo, no vaya y sea que Tom presione el botón "abort the mission" porque me vea demasiado feliz. Y además porque llegará el momento de hacer la respectiva publicidad para eso que ahora me ocupa mucho tiempo. Prefiero decir, simplemente, que ahora puedo evadir "sufriendo" de lo que tanto me gusta. Me complico con gusto pues. 

Y es que al parecer irte de viaje por Europa como que te sube el sueldo en el CV de las relaciones sociales. Como que te da un extra ahí. Como que te sube el "coolness". Eso o la Gaga dijo "esta pana fue a Europa, ahora el pequeño monstrete merece unas cuantas oportunidades de pinga para que no se deprima tanto, porque she was born this way." 

Se me complicó el tiempo en dos semanitas, y mira, qué bueno. Pero te conservo lo masoquista. Eso sí que no se quita tan fácil (aunque ya trabajo en el asunto de que uno escoge estar así, y en esta onda de Pana Vota, pues yo como que me lanzo una campaña electoral para mí misma, por una jeva que sea más positiva y menos depresiva). 

Como yo no soy voluble, como yo no soy complicada, como yo no soy semiótica con todas las letras, como yo no hago conexiones emocionales con nada, entonces decido lanzarme una de taller de canto y escoger una canción que dice que no consigo jevo  porque soy rara y verde. 

Las connotaciones semióticas van más allá de creerme un sapo gordo, verde y con verrugas que come moscas. Pero bueno, tampoco hay que andar destapando todos los trapos por aquí. Mira que eso de las confesiones cada mes ni siquiera lo practiqué en el colegio de monjas, y ya soy fiel creyente de que el Papa como que anda merodeando por aquí, así que no voy a andar ventilando mis pecados y malas costumbres más de la cuenta, no vaya y sea... 

Pero bueno, creo que es necesario liberar ciertos demonios para seguir adelante y para hacer arte del bueno. Si no, Reverón sería un simple pescador y la Pizarnik capaz hubiese sido... no sé, panadera. No digo que eso no tenga su arte, pero a mí no me llama la atención ese tipo de arte, pues.

En todo caso, que es hora de purgar al sapo verde con verrugas y dejarle mi garganta, tripas y demás órganos a la canción. Vamos a ver qué sale.

Y si la Gaga, Tom o Buda me observan mientras canto, o mi verdadera diosa, Idina, lo hace, pues perdón por los gallos en el proceso, pero síganme mandando cosas bonitas. 

Todas mis malas costumbres

Yo estoy llena de manías y malas costumbres. Eso lo sabe hasta el perro que ladra a lo lejos en este momento por aquí cerca. Tengo la maña terrible de ser absolutamente nocturna e ir en contra de mi huso horario. Ergo, estoy en Venezuela y me creo que estoy en Europa y viceversa. 


La noche trae muchas manías, porque bueno, ser nocturno es de locos pues, o de un jevo multimillonario que se cree murciélago y salva al mundo de payasos malvados y mujeres gatunas. De gente eficiente y de locos. Por lo tanto, te conviertes en un eficiente maniático. Y mis mañas, entre otras, son tan comunes que hasta aburren. Yo no puedo dormir sin ver televisión un rato, no puedo dormir sin echarle un vistazo a la ventana (porque la vista de mi cuarto es absolutamente cinco estrellas) y paso mil quinientos años pensando en tantas cosas del día, de mañana, de ayer, de hace un año, de hace tres, de hace seis meses... En fin, que me duermo tarde. 


Tengo la costumbre de ponerme más intensa de lo que soy antes de irme a dormir y dedicarle a la nada pensamientos más bonitos y mejor estructurados de los que aquí escribo. No los escribo aquí porque en esta  parte de la web no me voy a andar poniendo a decirle a nadie que sus ojos son dos luceros que alumbran el basurero. Yo tengo la mala costumbre de dejar mi intensidad sólo para mí y mi mente. 


Coño, y si esa "nada" supiera todo lo que yo le dedico. Ya no se trata de nadie en específico. Porque esta soledad ya se tornó tan absurda que yo estoy creyendo fielmente en convertirme en una monja tibetana asexual que se inmole a sí misma sentada sobre las cenizas de los cigarros que se fume. Ya no se trata de dedicarle mis palabras de intensa mal pegada a un alguien, porque bueno, no hay pues. El mercado está escaso. Ya no se consiguen aceite, azúcar, leche ni compañero de turno. Esa última combinación de ingredientes en escasez se puede considerar un chinazo absoluto. 


Si esa "nada" supiera todas las miradas dulces que le he dedicado. Si supiera lo chiquitica que me pongo. Si me viera abrazándome a mí misma por la cintura, entonces saldría corriendo del cuarto a levantarle el secuestro al fulanito ese que no termina de llegar. Pero bueno, no hay de otra, esa pana es igual de maniática que yo, igual de terca e igual de apegada. 


Ella es todas mis malas costumbres. Ella es bien fiel y eso que le he pedido que me monte cachos. Esa pana es la que hace que yo duerma en diagonal y me mueva tanto mientras lo hago. Ésa es la jeva que hace que no tenga tiempo ni para respirar y me da las estrategias perfectas de evasión. Esa "nada" es la que me deja horas y horas mirando por la ventana, recordando demasiadas cosas, escuchando ruidos, despreciando silencios.


Ésa es la única jeva que no pregunta tonterías cuando me da por llorar mientras veo el último capítulo de "Friends", o me destartalo de la risa mientras hago semiosis ilimitada. Por lo visto, esa "nada" es la que hace que yo haga cosas comunes y raras (las últimas no las dije, así como pa' no ponerme tan al descubierto). 


Gracias, nada. De pana.  Porque sin ti yo no sería esta loca que tiene que sacar vainas por dentro. Porque sin ti, pues yo no estaría tan enrollada y sería una artista burda de chimba, pues. 
Gracias, de pana, porque  me defines un poquito aunque no me guste. Gracias por darme mucho material. 
Gracias, panita. A pesar de todo, y de vez en cuando, te disfruto porque eres necesaria. 


Todas mis malas costumbres. Todas mis rarezas. Todos mis lugares comunes. Todos mis parlamentos se los debo a esa pana. Yo debería agradecerte a ti cuando me gane el Oscar. 

lunes, 9 de abril de 2012

Entonces cambio el diseño

Bueno, ajá. El blog tiene nuevo diseño por dos cosas: Primero porque se me unió una nueva seguidora y como tengo tantos (nótese la ironía), pues decidí hacerle honor a su recomendación de "Marica, tu blog me marea y terminé con migraña, cámbiale la letra" y también porque hay que seguir adelante. 

Sí, por dentro soy Marimar recogiendo el brazalete del barro con la boca, sí, lloro por mi perro pulgoso y porque todavía no soy criada de nadie ni he conocido al ricachón mexicano que me va a hacer la vida fácil. Sí, lloro como Thalía después de caerse por las escaleras, perder tres bebés, quedarse paralítica mientras está en la cárcel. Sí, no hay nada que hacer: estoy deprimida porque quiero estar en Inglaterra y soy una inconforme que extraña un sitio cuando no está en él. Soy humana y soy mujer, pues. 

Entonces cambio el diseño de mi blog porque no me puedo cortar el cabello. ¿Por qué? Bueno, porque ya soy lo suficientemente poco seria como actriz y me tatúo en partes obvias que hacen que maquillarme sea un tedio eterno, como para además andar por ahí con el cabello corto. Y por eso también sufro como Precious sin su tobo de pollo frito. Entonces no puedo hacer lo que hacen todas las mujeres cuando las dejan o cuando quieren un cambio radical: Se cortan el cabello. Por eso también cambio el diseño. En fin, que todo me golpea más de lo normal últimamente porque estoy sensible. 

Entonces cambio el diseño de mi blog para darle un nuevo aire y para no tener las cabinas telefónicas inglesas que me dan mi guayabo de té con galletas (y scones, muy importante). Y le pongo una cosa toda abstracta porque así ando... Abstracta, como flotando, como que no se dónde... ¿Como qué te digo? Como por ahí... Y le pongo el fondito con los colores que me recuerdan a mis mejores amigas y a mis hermanas (así, los mismo colores, porque ellas cuatro se parecen en muchas cosas). 

Porque uno te es cursi y porque a uno se le quedan ciertos pegues en la vida, pues... Porque eso de los colores lo tengo desde hace tiempo. Y a fin de cuentas porque no quiero marear a nadie con mis letras. Por eso los nuevos aires y por eso los silencios. 

Entonces cambio el diseño de mi blog y posteo para evadir que estoy deprimida. 

miércoles, 4 de abril de 2012

Cuestionario sencillo para futuros encuentros



Ok, evidentemente yo no entiendo que volví, y me está costando una, parte de la otra, unas que pedí prestadas y muchas que tengo en lista, poder adaptarme nuevamente al hecho de que estoy en Caracas y hace nada estaba en Brighton. 


Vale, yo sabía que eso iba a pasar. Y honestamente todavía me siento como flotando, porque la transición entre un continente y otro no fue nada abrupta. Es decir, mis padres tuvieron la fortuna de ir a Inglaterra a echarle un vistazo al país donde estuve viviendo por los últimos 6 meses, y su presencia hizo que todas las escenas dramáticas de Paquita la del Barrio fuesen mucho más llevaderas. Eso requiere como 20 posts aparte. 


Y la verdad cuando has viajado, como que la gente te quiere más y te quiere ver (por lo menos los primeros días). Y además, para mi fortuna, tengo la suerte de poder distraerme con un Festival de Teatro que hace 6 años no disfrutaba, por lo tanto, no he tenido demasiado tiempo de asimilar nada. 


En el marco de la celebración de este Festival, me he conseguido con personas de mi pasado muy pasado, de mi pasado menos pasado y de mi pasado presente. Es decir, con toda la cuerda de locos que en algún momento ha compartido conmigo mi confeso amor por el teatro. Bomba, he visto a la gente en la calle sin necesidad de tener que hacer una reunión llena de birras que alguien tiene que pagar (porque cómo está de cara la vida en esta ciudad, caballero). Y ya puedo hacer un Trending Topic en Twitter sobre lo que se convierte en el cuestionario común de ese reencuentro. 


Se la hago fácil, si usted todavía no me ha visto, si usted todavía no se ha reencontrado conmigo, aquí le dejo este cuestionario con sus respectivas respuestas para que se abstenga y me pregunte cosas más interesantes: 


1.- ¿Cómo te fue?: Increíble. Arrechísimo. No tengo que explicarlo. Estuve seis meses sola en Europa, en el país donde se van a llevar a cabo las Olimpiadas este año. Imagínese lo bonito. Y además, estaba hablando en otro idioma (vale, que todo el mundo lo domina, pero eso suena chévere decirlo). 


2.- ¿Y por qué te devolviste?: Porque soy sudaca through and through y no tenía más visa. No me conseguí a un(a) europeo(a) que me propusiera matrimonio (bueno, sí me lo conseguí pero no me quería sentir tan cougar) y por lo tanto tuve que devolverme. Ah, y la verdadera razón por la que lo descarté desde el principio: Yo no voy a pasar el 7 de octubre fuera de Venezuela. Hágase el favor de abstener la subidita de ceja, la mirada de "pobre perdedora" y el "cómo es que pelaste ese boche". Si me va a mirar así, espérese a que me voltee. No todos dominamos la ansiedad con la misma maestría. 


3.- Ah, y me imagino que estás loca por devolverte, ¿no?: No sé. Como vaya viniendo vamos viendo. Hay que esperar. Además uno no dice esos planes porque después, con las malas energías del mundo, eso se espicha, así que deje el chisme. Cuando me devuelva, si lo hago, yo le aviso y nos tomamos una birrita. 


4.- ¿Y cómo te sientes?: No sé. Honestamente, no sé. No sé si estoy siendo demasiado obvia con la paranoia que cargo. No sé si es que a mi se me olvidó cómo se vive en Caracas. Pero desde hace seis meses yo me siento extranjera en todas partes y no se me quitó al volver (ya le contaré de mi viaje de regreso). Esto casi nadie me lo ha preguntado. O mejor dicho, a casi nadie le he respondido cómo me siento porque hay más interés por los cuentos "Wild On Ibiza" que no tengo, porque no fui a Ibiza. 


Cuatro pregunticas. Sencillas las preguntas, sencillas las respuestas. Si usted se tropieza conmigo y no sabía que me fui a Inglaterra, le perdono las pregunticas, si sí sabía, hágame una más interesante. Sea creativo (a), hágame reír con la pregunta. Yo también quiero escuchar sus cuentos, pero por fa, tómese un ratico para escucharme, porque estoy más revuelta que perico en desayuno de domingo e ir a un psicólogo me sale requete caro y ya me quedé sin pounds. 


Réteme. Si me reta, lo reto con mi respuesta. 
Espero conseguirme con usted pronto. Toy igual, pero con más frío encima.