jueves, 26 de abril de 2012

Marías del mundo, escúchenme

Yo tengo un fuerte pegue con el fuego. No sé por qué, pero a mí el fuego me llama la atención. Y eso se me enfatizó hace unos años cuando tuve que hacer de "fuego" en una obra de teatro. Sí, porque uno empieza desde abajo, haciendo de árbol 3 en cualquier obra, y a mí me tocó hacer de llamita andante. 


Lo fino del asunto es que ése fue uno de los personajes que más he disfrutado en el tiempo que tengo sobre las tablas. Porque, en serio, era una llamita andante que movía las manos como si se creyera el pana de Kdabra, sólo que a mí me salía más cool la cosa porque tenía un vestuario muy fino y un maquillaje bastante rudimentario pero que me tripeé una bola y su respectivo mingo. O sea, yo era más cool que Luca porque no era no era un mago emo que lucha contra la iglesia. 


En todo caso, que cuando me tocó hacer este fueguito yo era una intensa a la fuerza de la UCAB que se obsesionó con todos y cada uno de los personajes que le tocó representar, y de ahí se vino la obsesión más fuerte con este elemento de la naturaleza. Entonces me di cuenta de que tengo tendencias piromaníacas. 


Yo quemo pitillos por diversión y para verle la cara de "esta pana nos va a matar", "vamos a morir todos quemados" a la gente. Yo amo el olor del papel quemado, así, como ese pergamino cursilón que uno hace cuando no tiene cómo hacer una tarjeta/carta bonita. 


Entonces me di cuenta de que hay ciertos momentos en mi vida en que me pongo incendiaria. Sí, incendiaria así como las doñas guarimberas de Altamira, incendiaria como estudiante de la UCV lanzando molotov y quemando cauchos frente al Jardín Botánico. Me pongo incendiaria mental y me provoca quemar vivos a ciertos seres, tal como Bart Simpson quema hormiguitas con una lupa. 


Últimamente, todos los días como a las 4 de la tarde me pongo incendiaria. Se me salen los fuegos artificiales internos y entro en cortocircuito en el momento en que ciertas personas de mi lugar de trabajo comienzan a hacer comentarios homofóbicos/inmaduros/sexuales... O cuando me hacen comentarios tipo "claro, tú tienes calor porque como tú estabas en Europa" (con la respectiva volteadita de ojos y la lengua casi saliéndose de la boca, por la comisura... Boca e secretaria/cajera/persona que trabaja en un escritorio y tiene una lima de uñas cerca, pues). 


Y entonces me di cuenta de que me estoy poniendo incendiaria por cualquier tontería. Y hoy me estalló un dolor de cabeza terrible. Y me fastidié de tener la cara amargada todo el tiempo cada vez que me monto en el carro y me dirijo a mi casa. Me cansé de la agonía que me significa ver a una persona en una moto y pensar que es mala. Me cansé del monotema. Hoy me cansé de estar paranóica, porque uno no puede ir temblando por la vida a menos que esté bajo cero. Y de ese clima no te hay aquí en Venezuela. 


Me cansé de estar incendiaria y fosforito por la vida. Por consiguiente, pido a todas las Marías que conozco que vengan a apagarme la vela (no, no fue un chinazo) y me ayuden a bajarle dos y cumplir con el objetivo de este blog. No se lo pido ni a la del Valle, ni a la que echa escarcha ni a la que se le apareció a varios indios, porque ésa es la misma con diferentes trajes de gala y porque estoy segura de que esa panita no me debe tener en su top ten de acciones sociales. 


A las Marías, a las que creen que se debieron llamar María, a los Marios, a quien quiera: lo invito a que me ayude. Yo soy divertida cuando me hacen reír, especialmente de madrugada (no, tampoco fue un chinazo).  


Yo sé que dentro de poco voy a estar menos explosiva, porque ya me voy de un trabajo donde no soy feliz. Pero todavía quiero recordar esas cosas bonitas. 



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