miércoles, 25 de abril de 2012

No me sé la letra

Yo tengo una relación bipolar con la tecnología. Es como esas relaciones de primer amor que, eventualmente, se convierten en tóxicas. Me parece que aporta demasiados beneficios y maleficios al mismo tiempo. 


Hace un tiempo, cuando volví a esto de escribir en un blog, el primer post se refería a cómo nos sumergimos día a día en un mundo lleno de GB, MB, Pines, SMS, etc etc etc. Todo se reduce a siglas y correos electrónicos. Todo se reduce a demasiados códigos binarios. 


Y hoy me di cuenta de que de verdad estamos perdiendo humanidad o yo me estoy pasando de hippie. Yo no le conozco la letra a la mayoría de la gente con la que me la paso. Les conozco el tipo de fuente que seleccionan en su correo, o el tamaño de letra, pero no su caligrafía. Y eso es bien injusto porque bastante que nos insistieron a todos en escribir en la fulana letra palmer cuando éramos chiquitos. 


Vale, hay gente que no tiene la letra bonita y como que es mejor que escriba por medio de las teclas, pero hay otra gente a la que provoca leerle las letras, las propias, no las virtuales. Hay personas que todavía deberían escribir cartas y llenarlas de cursilerías bonitas o de pensamientos interesantes. 


Tengo algunos amigos que todavía tienen la maravillosa costumbre de escribir a pulso en sus cuadernitos privados, pero sería igual de bonito seguir escribiéndole a alguien. Es una manera de ser más personal y menos virtual. Porque ya es suficiente con toda la distancia geográfica que vivimos día a día gracias al éxodo masivo, como para que además también establezcamos distancias con quienes (todavía) tenemos cerca. 


No sé, creo que es bonito eso de conocerle la letra a alguien, creo que es bonito imaginarse en qué estado de humor escribió cuando lo hizo porque a veces hasta las hormonas alborotadas se ven en las letras escritas a pulso. Yo creo que mi letra es bastante tímida, por ejemplo. Es chiquitica, medio choreta, y cuando estoy de malas es un monstrete que no se entiende. 


También creo que me pasé con la dosis de palmeras que me fumé hoy. Pero de verdad me gustaría recuperar esa costumbre del contacto personal.  Aunque sea por medio de una carta. 

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