viernes, 25 de abril de 2014

Diccionario alternativo para supervivencia laboral



Después de cuarenta y dos años de ausencia, he vuelto a mis andanzas. Como es costumbre, he abandonado la escritura por falta de tiempo. Porque a mí me gusta complicarme la vida, y como ser artista sensible no es suficiente, entonces me lleno de mil vainas que hacer, para no aburrirme tanto. Porque el estrés, según mi mente psicópata, es divertido.

Estoy involucrada en muchas obras de teatro, o por lo menos para mí son muchas. Y le agradezco profundamente al escritor de mi vida que me haya puesto en esta situación. No conforme con eso, sigo de profe, además de mi trabajo (el que me da, medianamente, dinero para subsistir). Entonces yo no tengo tiempo de nada. En serio, no lo tengo.

La mayor novedad en este momento es mi trabajo. Yo no sirvo para las oficinas, pero este que tengo ahora me hace muy llevadero el asunto, porque está lleno de gente contemporánea conmigo, y que entiende que yo soy actriz antes que cualquier otra cosa. Raros en su especie.

El asunto con este laburo es que está lleno de gente cool, porque la gente cool siempre estará de moda.

Yo siempre he dicho que yo no soy cool, nunca lo seré y no me llevo con la gente cool. Pero estos especímenes me caen muy bien. Y nada tiene que ver con el hecho de que me den dinero para mantenerme, o intentarlo.

De un tiempo para acá, lo cool es ser raro. Por lo tanto, yo decidí ser normal. Y tan de moda estoy en la vida, que llego treinta años tarde a reflexionar sobre el tema. Yo siempre he escuchado el mismo tipo de música, me gusta el merengue y poco conozco de los grupos indie, hipster, o cualquiera de las etiquetas que se le quiera dar a la gente que canta como un pajarito recién nacido. Los disfruto cuando los oigo, pero no soy una maestra en el tema. Yo escucho a Sabina, que parece un zamuro a medio morir.

El asunto que a mí me perturba con este tipo de gente, es su propia versión del idioma. Palabras como “chill”, “bro”, “perro”, “fluir/fluye”, “vacilar”, “tripear”, “canalla”, “dark”, “brutal”, “debilitante”, “full”, etc., tienen un significado absolutamente nuevo para mí.

No sé en qué momento de la vida comencé a perderme en los predios del idioma, pero hasta donde yo tenía entendido, yo era bastante culta con respecto al tema. Pues ahora resulta que no.

Expongo mi caso con un ejemplo de una conversación hipotética de este tipo de gente:



— ¿Qué pasó, bro?
— Todo chill, bro. ¿Qué tal ese fin?
— Coño, perrito, chilleando con la jeva en Quinta Bar. Marico, me conseguí a (inserte nombre de gente conocida en sociedad, que evidentemente yo no tengo ni la más budista idea de quién es), y andaba con (inserte nuevamente nombre de gente de sociedad). Me debilitó burda verlo con esa jevita.
— ¿Y esa vaina, bro? ¿Por qué no te fluye?
— Coño, marico. Esa relación no tiene sentido. No me la vacilo. Demasiado canalla esa jeva. Me parece full chimbo. No me la tripeo, pues (se quiebra la mandíbula, por supuesto).
— Escaló dark, el pana. ¿Tienes panga?
— Claro, bro. Vamos.
— Brutal, perrix.

Traduzco lo que acaba de suceder:

— ¡Hola! ¿Cómo estás?
— Todo bien. ¿Qué tal estuvo tu fin de semana?
— Pues bien. Salí a relajarme con mi novia en la Quinta Bar. Marico (esto se admite en cualquier etiqueta o subcultura venezolana), me conseguí a (sigo sin conocer a la gente de sociedad, así que ponga usted el nombre) y andaba con (IDEM). No me gusto verlo con ella.
— ¿Y eso? ¿Por qué no te gusta?
— Coño, marico. Esa relación no tiene sentido. No me parece buena idea. Esa chama es muy fea/chimba (sigo sin saber qué significa “canalla”). Me parece chimbo (pasa lo mismo con "marico" y con "chimbo" en Venezuela, esas palabras son socialistas). No me gusta la idea.
— Ese pana la está cagando / se puso fea la cosa (No sé que significa escalar dark). ¿Tienes cigarros?
— Claro. Vamos.
— Chévere.

Entonces yo me pierdo la mitad de las conversaciones que se dan en esta oficina. Destaco también mi preocupación por la salud de estos amigos, porque todos parecieran estar en constante congestión nasal, por su tono y forma de hablar.

En el fondo me los tripeo (comienzo a camuflarme con ellos y entro en pánico). Pero no entiendo la deformación del idioma. Y temo convertirme en algo así.  Ayer me compré unos lentes vintage, y ahora me gusta ese tipo de ropa.


Cuando comiencen a gustarme los gatos, llamen por fa a los pacos, perritos.

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