miércoles, 2 de enero de 2013

Resumiendo

El año pasado no escribí durante buena parte de la época "de-sembrina" (ya sé que el chiste está repetido, pero me sigue pareciendo bueno mencionarlo) porque tuve el mejor viaje de mi vida. Este año no lo hice porque me puse intensa y me alejé del mundo por un rato. 

Y es que sólo a mí se me ocurre ponerme a leer -en este momento del año que se supone que es feliz, lleno de escarcha, y demás- el nuevo libro de Ibeyise Pacheco y uno llamado "Los Hornos de Hitler", cuya autora es una sobreviviente de Auswitchz. 

Luego de perder la fe en la humanidad y saber que el fin del mundo llegó desde antes del fulano 21 de diciembe de 2012 (e igual siento que los Mayas me estafaron), decidí que ahora voy a leer Harry Potter, porque no, no me he leído la saga. Yo siempre llego tarde a las modas, no soy trendy, lo siento. 

En todo caso que asumí estas semanas como un período para hibernar absolutamente. Creo que tengo un poco más de pelo y todo; no hice otra cosa más que levantarme y acostarme muy tarde, leer, hacer zapping de 800 canales que no tienen nada demasiado interesante para ofrecer (más allá de los maratones de The Big Bang Theory y Friends, gracias Warner, que Bugs Bunny te bendiga siempre) y pensar, pensar mucho. 

Ya seguro que todo el mundo posteó sobre lo que fue su año, y yo, como siempre, llego tarde al asunto. Pero es que resulta que este año para mí fue tan particular, que necesitaría como 30 posts más para poder contar todo. 


Así que, simplemente, mi año se resume en: 

Empecé en otro país, me fui, lloré, volví a Venezuela me y deprimí por la inseguridad; entré en un taller de Teatro Musical que hace de mis tardes una absoluta felicidad a pesar de mi cara de miembro posterior bajo; empecé un curso de locución que me hizo darme cuenta de que el personaje de jeva antipática y ácida se me da bien; fui a Disney, fui feliz, volví, se me incrementó la paranoia; me presenté en el teatro de Chacao y mis lolas exigieron su protagonismo; perdió Capriles, cumplí años, volvió mi mejor amiga y no la veo demasiado, perdí un par de zarcillos y la dignidad con ellos, seguí adelante; consolidé amistades, la pasé mal (y también la pasé muy bien) en el medio en el que me quiero desenvolver, aprendí de esas malas pasadas aunque nunca lo hablé realmente; entendí aquello de que "la confianza da asco" con mi mejor amigo; retomé contactos con gente fina en los últimos días del año, empecé a escribir en Mujeres del Siglo 21, tengo dos sobrinos que viven en el país y me tienen más babeada que una Miss por una torta de chocolate, me comí las doce uvas y no deseé nada, sino que quemé los deseos que escribí en un papel.... 

...Me harté de los fuegos artificiales hasta las 7:00 de la mañana. Gracias, vecinos, son unos cuchis. 

Y me di cuenta de que nunca he considerado un año como algo increíble, así que por lo pronto, veré qué hago para mejorar esa actitud. Creo que pasar fines de semana viendo películas, o yendo a la playa (en la medida de mis posibilidades) podría ayudar... Creo que ir más al cine, al teatro (irónico que no vaya casi al teatro), también podría ayudar. Tal vez haga un podcast, tal vez me lance con eso de la radio, capaz y me lanzo a la inútil tarea de echarle los perros a Johnny Depp, no sé.

Los únicos propósitos que tengo claros son: aprender a manejar (no, tengo 27 y no sé manejar porque me da pánico), ir a los diferentes doctores que tengo que ir y hacer un montón de papeleos de gente grande. Aburrido, lo sé, pero es que ya le pondré sazón a mis visitas al médico y mis diligencias, para poder postearlas aquí. 

De resto, no me voy a poner a prometer nada, porque en un país como éste, que exige por Twitter ciertas verdades, pero no amanece para votar (pero sí para aprovechar el GOS de Beco), en este Macondo en el que vivo, nunca se sabe si mañana te sale un rabo de cochino y te mueres por eso, o si te agarran en una esquina. En este país las promesas están como demasiado puteadas. A vivir día a día, a cambiarse el look, a sobre-vivir. 

Para mí, no queda de otra. A menos que venga un duende, una lechuza, algo, y me traiga una carta de la Universidad de Shiz (porque Hogwarts está bien demandada y soy realista), a mí lo que me queda es encontrar en la simpleza (sobre todo en Venezuela, simpleza... ¿De verdad?)  de mi realidad, la bonitura del asunto. 

Ah, y también vi Azul y no Tan Rosa, dos veces. Lloré como una pendeja. Gracias por eso, Miguel Ferrari. 

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