miércoles, 7 de septiembre de 2011

Soy un diurético






No sé si lo comenté anteriormente, pero mis dos mejores amigas están en Europa. Este año ha sido bastante particular debido a eso. Afortunadamente, he encontrado personas que me brindan nuevas visiones en la vida y, a pesar de que no llenan el vacío (en este momento comenzó a sonar cualquier canción cantada por Thalía en alguna de sus novelas), la he pasado bien. He hecho nuevas amistades, nuevos hermanos, y eso me alegra. Porque sí, la mayoría de mis amistades nuevas son hombres. 


Afortunadamente. Eso crea un equilibrio fabuloso de testosterona y estrógeno que nada tiene que ver con sábanas, sino con diversidad de visiones y acompañamiento de distintos tipos de soledades. 


El punto es que, evidentemente, la emoción que me embarga por poder ver a mis dos hermanas escogidas dentro de poco, me tiene como Flubber cuando recibe luz y le da un ataque de hiperactividad incontrolable. 


Estoy súper ocupada, porque a pesar de que vivimos en un país donde la versión oficial se caga en la burguesía, la burocracia y las cúpulas podridas de antaño, la cantidad de trámites y prácticas en succión de medias se ha incrementado. No sólo se trata de pedir Cadivi (algo que sólo pueden entender los venezolanos, los extranjeros nunca entenderán cómo es eso de que tienes la plata pero no te la dan), no. 


También se trata de buscar residencia (tarea titánica porque los británicos no terminan de entender que no puedo ir a ver la habitación al salir del trabajo), de conseguirse unos euros o dólares extra, de lidiar con las caras de Hush Puppies de mis padres y hermanas... En fin. Sí, estoy contenta y eufórica, pero no tengo tiempo de demostrarlo, porque no tengo tiempo de respirar. 


Entre ayer y hoy, estos dos seres fabulosos (con quienes he pasado las verdes y maduras, y junto a quienes, por lo visto, vivo las mismas etapas de exploración y descubrimiento) se han portado de manera fabulosa, y no dejan de sorprenderme. Una parece la madre preocupada: me arma manuales de supervivencia para que no se me note tanto el penacho de plumas cuando llegue al aeropuerto y me dice dónde tengo que comprar todo lo que mi robusto cuerpo va a necesitar para cubrirse en un clima nada tropical. 


La otra está peor. A ella tengo más tiempo que no la veo, y creo que eso hace que nos extrañemos mucho más, a pesar de que hablamos casi todos los días. Y hoy, como siempre, no dejó de sorprenderme ofreciéndome su ayuda para uno de los 800 mil trámites que debo hacer. Pero lo que más me sorprendió no fue esto, sino su descripción de lo que siente porque ya voy a llegar:


"... siento que a medida que se acerca la fecha en que vengas, te extraño más. Es loco. Es como cuando te estás haciendo pipí y estás llegando a tu casa, que te dan más ganas... Bueno, así." 

En dos platos: soy el diurético de mi mejor amiga. Yo hago que ella se haga pipí por mí. 


Nadie tiene que entenderlo. Pero sí, soy un diurético. 


Y eso, poder verlas, hace que todo el stress que tengo encima (porque además tengo muchas cosas con las cuales cumplir antes de irme), se me quite enseguida. 


A por el vino. A por los cafés. A por las borracheras en las calles de París. 


Por las vejigas! Salud!

1 comentario:

Anónimo dijo...

"de lidiar con las caras de Hush Puppies de mis padres y hermanas..." jajajaja..... me dio demasiada risa la expresión! pero imagínate, con lo pegadas q sn ustedes e snormal q estén tristonas! bueno bueno pero eso no era lo más importante q te quería decir sino q no me gustó la frase q escribiste después "Sí, estoy contenta y eufórica, pero no tengo tiempo de demostrarlo, porque no tengo tiempo de respirar".... Are you kidding me? Vale q estés a tope con los 800mil trámites pero BÁJALE DOS... o sea disfruta cada etapa del proceso q este estrés también es parte de la aventura y seguro encuentras tiempo para respirar y para disfrutar y vivir esa emoción q estás sintiendo. Este es el momento. Un beso!!