jueves, 5 de enero de 2012

Reflexiones post-Eurotrip


Pues finalmente volví a mis andadas. Estuve ausente (para los dos lectores que pueda tener) por razones de absoluto placer. Al fin me fui de viaje por las europas, a conocer algo más del nuevo mundo, más allá del Big Ben y su parlamento. 

Sólo fui a España y a Italia. Pero no me arrepiento. Todavía tengo alguito de tiempo para ir a algunos otros pasajes turísticos, pero esa planificación vendrá luego. Recorrer un poco de lo mucho que tiene Europa por ofrecer fue (no lo voy a ocultar ni a disimular) simplemente maravilloso. 

Estoy absoluta y perdidamente enamorada de Barcelona. Gaudí era un loco, por lo tanto, era un genio y no hay rincón de esa ciudad (al menos lo que conocí) donde no se respire alguna partícula del ADN de ese señor. Me quedé con ganas de conocer demasiado, y con poco tiempo para hacerlo, por volveré. Damn right que volveré.


Italia. Italia es otro rollo y es mucho más latina de lo que imaginaba, especialmente Roma. Eso es como Caracas pero sin los motorizados que te arranquen la cartera mientras vas caminando. Porque hay motos, pero son al estilo romanticón de recorrer las callesitas. Son al estilo de Julia Roberts (quien por cierto, en la película, debió quedarse comiendo en Italia, porque el resto simplemente es un somnífero hecho celuloide). Todo es grande, exagerado e imponente. Para mí que los emperadores tenían complejo del pipí chiquito, porque si no, no entiendo tanta grandeza. Igualmente, es un libro de historia hecho ciudad, y tener una ruina a dos pasos, cada vez que caminas, es algo simplemente fabuloso.

De Florencia también me quedaron más ganas, sobre todo de compartir con dos personas que me recordaron (a pesar del poco tiempo que tengo yo por estas tierras primermundistas) lo que es ser venezolano. Es preciosa, es pequeña, es como una ciudad dentro de una de estas bolitas de cristal que echan nieve cuando las mueves. Tiene una magia que todavía no sé definir. Es una magia como la que viví con uno de los mejores artistas de calle que he visto en mi vida (si no, el mejor). Es como un suspiro (re-cursi) y una inhalación extrema. El suspiro cuando recorres las calles, la inhalación extrema cuando ves El David de Miguel Ángel.

Pero Venecia es otro rollo. Venecia es el lugar para que te roben un beso a media noche. Es ese sitio donde DEBES ir con tu pareja y perderte en alguna calle, y dejar que la oscuridad haga lo propio. Es la ciudad más romántica que he conocido porque hasta a mí me provocó ser cursi. Y no he conocido París todavía, pero dudo que las góndolas y el gondolero cantándote puedan compararse. El romanticisimo, en París, me lo imagino un poco más en las gónadas que en la parte oscura que quiero ocultar (que, de hecho, compra los argumentos absurdos y empalagosos de las comedias románticas). 

Terminé el año como nunca pensé que iba a hacerlo. Porque este viaje empezó como una idea poco realizable, y ahí estaba yo, el 31 de diciembre, con una de mis mejores amigas, viendo los fuegos artificiales frente al London Eye, pellizcándome en secreto para entender que de hecho estaba ahí. Porque Hollywood te transforma la mente y te la pone más... No sé cuál sea el adejtivo, pero te la pone más y ya. El hecho es que uno sueña, gracias Hollywood, que algún día pasará su año nuevo en la calle, en NY, en alguna plaza gigante de España, o en algún punto, con muchos desconocidos... Que la champaña explota a borbotones de muchas botellas y que conoces al alguien de tu vida en ese momento. 

Por supuesto que el alguien de mi vida se escondió, si es que estaba allí. Pero de resto, sí pasó casi como me lo imaginé. 

No tengo resoluciones de año nuevo, porque eso de exigirme algo, sólo porque cambiaron los número del calendario me parece, a estas alturas, bastante tonto (mis respetos para quienes sí lo hicieron y se comprometan a cumplirlo). Creo que, simplemente y por ahora, mi filosofía será la de "go with the flow", que muy sabiamente alguien me repetía hace ya algún tiempo.

Por ahora, sólo quiero tripearme mis últimos meses en el Reino del Té con galletitas, y luego ver qué pasa. Lo único, lo aboslutamente seguro que tengo, es que este año a partir de marzo debo estar en mi país. Porque estar lejos afecta, y más cuando sabes que va a ser un año difícil. Vale, que hay esperanzas, pero igual será difícil lidiar con todo lo que nos viene. 

Ya luego veremos qué hacer. Pero al menos eso me ha dejado el último trimestre del 2011: Dejarme de muchas mariqueras (no de todas, porque ahí sí estaría totalmente recuperada de mi locura, y no deseo eso ni un poco) y hacer lo que quiero. Si quiero quedarme todo el día en casa, porque el viento es demasiado fuerte, lo voy a hacer...No me importa si me juzgan porque estoy "dejando de conocer"... hay días y condiciones para hacer de una experiencia algo único y hay días en que eso no sucede. Punto. 

En dos platos: que te dejes llevar, que todo fluya y que todo siga resbalando en la medida de lo posible. Si algo sigue quedándose pegado, trata de echarle más aceite, y si no, déjalo en remojo, que finalmente saldrá la mancha. 

No hay nada particular en este post. Pero me ha hecho bien escribir, y creo que eso sí lo seguiré haciendo este año. 

No hay comentarios: