viernes, 18 de mayo de 2012

Mi propia alfombra gris

Por vueltas que da la vida, esta semana ha sido una demencia. De hecho, desde que renuncié a mi trabajo, y me liberé de ese yugo de estar laborando que si 12 horas (se sentían como tales), tengo más cosas en mi agenda que antes. 


Entre esas cosas, esta semana volví a mi universidad y volví a estar en contacto con cosas que había dejado bien empolvadas. Fue medio demente la cosa. Primero, porque eso de que nadie te conozca en un sitio donde pasaste 5 años de tu vida panzonenando, dejando que te picaran los mosquitos, huyéndole a las ratas y haciendo teatro (viviendo un poco), es como raro. 


Eso de que sólo dos personas te reciban con la emoción de no verse desde hace mucho tiempo, y que los demás te miren como "¿y esta jeva, quién es?", es horrible. Porque yo miraba así a los viejos de mi tiempo, a esos que se habían ido del grupo de teatro y que ya eran viejos. Por principios lógicos, yo soy una vieja, entonces. Y eso me traumatiza. 


Pero lo más raro de todo, fue estar ahí sin las personas que corresponden. Sí, fue bello ver a los pocos conocidos que vi, que me quedan por allá. Pero ese cajón escondido en esa universidad, ese cajón con alfombra gris no es lo mismo sin la gente con la que yo compartí todo lo que compartí. Lo siento. 


Evidentemente, es porque no conozco a nadie. Pero es raro sentirse extraña en un sitio que fue tan mío durante un buen tiempo. Es un poco lo que siento ahorita con respecto a Venezuela. Me siento extranjera en mi propio país, siento que ya no pertenezco. 


Es raro. De cierta forma no me hizo sentirme mal. Me hizo entender que hay momentos para todo, y que el sentido de pertenencia también te lo dan los otros. Debe ser por eso que ahora yo soy un poquito más del mundo. Porque tengo pedacitos que me pertenecen por varias partes. 


Sin esos pedacitos, incluso con quienes tuve conflictos, esa experiencia no hubiese sido la misma, no hubiese sido igual de sabrosa. Cada una de esas personas hacen una buena porción de lo que es mi propia alfombra gris. 


Pero demasiado romántico se está poniendo todo. Lo jodido es que ya pasaron 4 años desde que me fui de ese sitio. Lo jodido es que ese bebé de pecho me miran como si yo fuese una anciana que estuvo en ese grupo hace mil años. Lo jodido es que ahora soy una de las viejas. 

4 comentarios:

Agnes dijo...

Uy Paty... te entiendo taaaaanto. Sentí lo mismo cuando pasé por allá hace un tiempo. Todo, todo eso, lo sentí, así tal cual.

Gran abrazote, y ya que estás aquí de nuevo, a ver si nos reencontramos.

Ana Gondar

Unknown dijo...

Hola Patricia, Patricia, Patricia! Te leo por primera vez y trato de ganarme tu odio Patricia xD

No, en serio, ahora sí, es el primer post que leo de tí y eso porque una tal Batita no ha publicado nada y bueno, ella te lee y quise mirar... Es interesante tu alfombra gris porque es algo que se extiende no sólo a una universidad sino también a un país, te lo digo porque me hiciste recordar la película de Martín Hache, sí, una de sus líneas que decía esto:

"Eso de extrañar, la nostalgia y todo es eso, es un bálsamo. No se extraña un país. Se extraña el barrio en todo caso pero también lo extrañas si te mudas a 10 cuadras.
El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental. La patria es un invento. Que tengo que ver yo con un tocumano o con un salteño. Son tan ajenos a mi como un catalán o un portugués. Estadísticas. Números sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente. TU PAÍS SON TUS AMIGOS Y ESO SI SE EXTRAÑA".

Que es exactamente lo que te sucede o sucedió con la Universidad y que explicaste

Saludos,
Un lector más.

Patricia (Odio que me digan así) dijo...

Pues sí, en eso se resume, básicamente.
Poco importa el lugar si nadie espera, algo así dice el Fito!

Anita, a ver cuándo nos vemos!

Gracias por sus comentarios :)

K dijo...

Te quiero, Pacha!