jueves, 21 de marzo de 2013

Ser nueva, otra vez


Últimamente estoy cuestionando (más) todo lo que me rodea. No sé si serán estos días de asueto/luto obligados, no sé si es que la ley seca de semana y pico me dejó medio timbrada. La verdad no tengo idea, pero ando bien cabezona. 



Escribir en este momento tiene el único fin de continuar con un vicio que no quiero dejar. 

Empecé a dar clases, y me gusta muchísimo. Creo que todavía tengo los nervios del estreno acumulados (a pesar de que mis amigos se imaginan que soy Troncha Toro en clase, no lo soy), pero ahí vamos. El salón está lleno de niños maravillosos que escogieron estar allí porque les gusta la idea de mi materia (eso es lo maravilloso de las electivas). A pesar de que tengo que reajustar todo porque voy a perder un montón de días (entre las ya tradicionales elecciones y los días feriados, la cosa se pone difícil), disfruto ser una "profe". 

El primer día me pasé de nueva. Me quedé afuera de la Escuela, como una tonta, esperando a que me atendieran hasta que me dije: "Mi misma, pero si tú puedes entrar, tú eres profesora". Nueva. Y, al entrar, todos me miraron con cara de "Alerta, alumna abusadora en el recinto", hasta que alguien me dijo: "Profe, bienvenida". Sigo con la mentalidad de alumna, y sigo temiendo que mi actual jefe de cátedra (ex profesor) me cierre la puerta del salón si llego cinco minutos tarde. Son cosas que no se pierden en un tiempo. 

No conforme con esto de ser profe, de que uno va creciendo, de que la gente te mira como si fueses viejo (porque te estás haciendo viejo), a la madrina de mi promoción se le ocurrió que yo sería una buena tutora de un trabajo de grado. Porque ella debe estar en un estado de paz mental producido por su fabulosidad, que yo no tengo. Eso, o definitivamente está entre paredes acolchadas, escribiéndome con la lengua, porque la camisa de fuerza no la deja. 

Y más loca yo que acepto. Al parecer crecí, y todo el mundo se dio cuenta, menos yo. Es decir, yo sigo usando franelas con muñequitos de Disney para vestirme a diario. Yo sigo usando ropa rara. Yo no soy una gente seria. 

Yo me visto medianamente bien para dar clases, porque, de verdad, podría asustar a mis alumnos si me ven con mis pintas mamarrachas. Recordemos que esta servidora hizo que, en su tiempo, una estudiante saliera corriendo espantada de Teatro UCAB porque no soportaba verme en pijamas. Sí, yo iba con mi ropa de dormir a la universidad. 

Entonces ahora no soy solamente una profe. Ahora soy tutora. Que Madonna, Michael Jackson y Elthon John se apiaden de nuestras pobres almas en desgracia. 

Esto de crecer así, puede ser divertido. Ya hasta me salió una cana, que, astutamente, está escondida entre las capas de mi cabello. Soy una gente grande, pero creo que todavía sigo viendo a la boa dentro del elefante, afortunadamente. 


2 comentarios:

Freddy Metal dijo...

¡Felicitaciones! Definitivamente estos chicos aprenderán amenamente contigo la materia que vas a dictar dándole color y sabor al frío cronograma que rige el programa educativo 2012-2013.

No puedo evitar recordar que hace unos artículos atrás les enseñabas a bailar gaita zuliana a los europeos al estilo mensaje navideño de RCTV... ¿me imagino cómo serán tus clases? Abrazos desde el Táchira.

Patricia (Odio que me digan así) dijo...

Jajajaja, no llegó a los niveles demostrativos de las gaitas, pero sí creo que son más entretenidas de lo normal. Al menos eso espero!