viernes, 25 de noviembre de 2011

Despecho Menstrual

En estos días hablaba con una de las mujeres del siglo XXI. Y acordamos que a veces es necesario un despojo, una vaina. Un algo que te saque del mariquerismo propio de los tan mentados "cada 28 días" o, aún peor, "los días en que te sientes mas mujer".

Venga, que si sentirse mas mujer es sentirte horrible con tu cuerpo, miserable por la vida, confundida ante el ser de turno, drama queen hasta la muerte... Pues todos los movimientos feministas del mundo han servido, más o menos, para nada.

Luego leí un artículo escrito por una babilonia, que reforzó mi punto: El feminismo está en crisis si aceptamos, como vía de aceptación que nuestra naturaleza tiene que alterarse hasta remover cada pelo de nuestro cuerpo "porque es estético".

En dos platos: Las mujeres somos una vaina seria.

Hace un tiempo ya, hablé de dos tipos de despecho (guayabo): El arrabalero y el cool. El cool es el tipo de despecho que yo debería tener estando en estas tierras. Que si Adele, Florence and The Machine y pare usted de contar. El arrabalero es el indigno. El que te lleva al fondo-fondo. No ese que pensabas que era el fondo, no. El fondo-fondo es el que está más allá de cualquier tipo de dignidad posible. Donde esa palabra no existe.

Pero luego de esta conversación con una de las mujeres del siglo XXI, me di cuenta de que hay otro tipo de despecho:

El despecho menstrual.

Sé que muchos de los (pocos) lectores hombres que pueda tener huyen sobre el tema de los fulanos "cada 28 días". Vale, que no es un proceso bonito. Que no quieren entender lo que pasa ni cómo se sufre. Vale. Que yo tampoco quiero saber lo que es un dolor de bolas. Y probablemente desde que leyeron la palabra "menstrual", decidieron dejar de leer este post.

En todo caso, el despecho menstrual es ese que le da a las mujeres sólo una semana al mes (capaz 3 días si son sortarias) y que deja salir a pasear a la adolescente interna que todas tenemos dentro (y nunca hemos dejado ir).

La mujer se vuelve indigna, más indigna que cuando es arrabalera. Y, por una alineación de planetas maquiavélica, algo pasa durante esos días que hace que todo sea peor. Bien sea que el pana se te declaró pero no se te terminó de declarar claramente (porque eso de ser vago es un arte que se domina muy bien últimamente) o se te rompió una uña y eso se convierte en el fin del mundo.

Vale, que todo pasa y el hambre queda. Bien. Pero en esa semana uno siente que es Liv Tyler frente a la pantallita de Armaggedon y que tiene que llorar porque sí. Porque los potes de helado, el chocolate y las películas cursis se convierten en opciones "viables" que te darán una visión "clara" del mundo.

Por supuesto, porque debe ser que los comas diabéticos son las respuestas del Oráculo de Delfos.

Una te pierde las perspectivas. Y se siente la Reese Witherspoon pero sin el perrito chiripa en Legally Blonde. Una se olvida de que hay 21 días  en el resto del calendario que sirven para algo, porque esa semanita está dedicada, única y exclusivamente, para recordarte que:

  • Evades demasiado,
  • Tus piernas son demasiado gordas,
  • Tienes un caucho (muchas veces imperceptible) que nunca has logrado eliminar
  • Y la ropa que te pones no es tan stylish como pensaste.

En fin, que el guayabo menstrual es una miseria. Y que, básicamente, el guayabo no viene por otro sino por uno mismo. Que creo que la causa es que nos sentimos culpables por convertirnos en Paris Hilton por una semana (por el tipo de problemas que tenemos, no porque por una semana heredemos toda su plata), cuando en verdad somos, la mayoría de las veces, rolo e' Anne Hathaway el resto de los días.

Que la visión no es clara. Que los sentidos se nublan. Pero en el fondo-fondo (sí, el mismo) nos gusta el drama. Porque de alguna forma tenemos que drenar la ingeniería misógina con la que fuimos creadas.

1 comentario:

Beatriz González dijo...

Mamita, que éxito haberte alumbrado en el sendero de despecho menstrual/mensual/infernal... Sucede, que todo eso te lo tengo, y además te lo tengo to' junto...

Digamos que apareció el amigo que se declara, más no se declara claramente el mismo día en el que se me partió la uña y en el preciso instante en el que CUEVAN se echó 3 peos y nos abandonó para ''siempre''... bueno, estoy en el fondo-fondo o en el fondoso como me gusta llamarlo haciendo un mix entre fondo-foso.

Pero lo bonito es que ya estoy llegando al punto donde soy la Freacking PENÉLOPE CRUZ y NO ME IMPORTA UN CARAJO. (que vivan por siempre el tylenol, los tés de canela y las fomenteras...).

TE AMO.