domingo, 27 de noviembre de 2011

Saussure, todo es tu culpa

Últimamente tengo un problema serio con mi Ipod. El pobre está de un desactualizado que ya me aburre.
Yo tiendo a tener canciones bastante depresivas en él, porque vivo en un guayabo existencial. Sin embargo, cuando te toca pararte todos los días a las 7 de la mañana para llegar a clases, y a eso le sumas el frío y el viento británico, como que asumir la actitud de "dedo en la llaga" suena como demasiado masoquismo junto.


Ya es suficiente con que se te congele todo lo que no puede cubrir la chaqueta, ni el jean, ni la bufanda, como para que ademas sometas a tus oídos a la tortura del autosabotaje. Por eso, casi todas las mañanas, pongo el Ipod en shuffle para que me sorprenda. Porque aquí eso de poner el Ipod en shuffle se puede hacer, y si no te gusta la canción que estás escuchando, pues sacas tu dispositivo de avanzada tecnología del bolsillo y muy feliz y campante cambias la canción, no es como en Caracas, que para hacerlo tienes que ser Houdini.


En todo caso, el asunto es que la sorpresa no me la dio el Ipod, sino la tuve yo, conmigo, con mí misma, mía de mi ser. Porque me la paso cambiando la canción de turno porque "no me gusta", porque "ay, esto me recuerda a alguien", porque esos recuerdos siguen doliendo o dándome el fulano vacío en el pecho que no soporto a ninguna hora del día.


En realidad son pocas las canciones que puedo escuchar sin sentir algún tipo de "algo" al respecto. Y el problema está en mí. Porque yo amo la semiótica, amo relacionar todo y darle un símbolo, un signo y un significado a cuanta vaina se me aparezca. Porque sí, yo le asigno un significado hasta al número de parpadeos que tengo por día. Soy una loca, maniática y compulsiva que se quedó con ciertos vicios de la universidad, y éste es, sin duda, uno de ellos.


Entonces la semiótica y yo andamos por la vida agarradas de la mano y saltando como Heidi en la pradera. Bomba. El asunto es que cuando todo te recuerda a algo, todo es difícil de manejar, y normalmente yo logro lidiar con mi semiosis ilimitada gracias a un excelente factor de distracción llamado: Amigos. Pero aquí esos niveles de confianza e intimidad no existen. Entonces se me hace más difícil lidiar (evadir) todo.


Consecuencia: Esta humilde servidora se la pasa todo el camino de ida y regreso en el bus desperdiciando la batería de su Ipod porque ninguna canción es "escuchable" para ella. Porque se pasa de jeva, porque todo le recuerda a alguien, a su país, a un conflicto, a otro alguien, a otro conflicto, a las ganas de bailar... Son pocas las canciones que logro escuchar sin pensar en nada.


En dos platos: Que me cago en Saussure y en Pierce y su magnánimas inteligencias. Que la semiosis ilimitada lo que hizo fue joderme la batería del Ipod.

No hay comentarios: