sábado, 12 de noviembre de 2011

Ya pasaron dos semanas...

Hace algún tiempo, cuando hice pública la noticia de que me venía para estos lares, una persona con quien he pasado demasiadas cosas (muy malas, muy buenas, muy regulares) me dijo que lo que iba a vivir acá sería increíble y que iba a pasar por diferentes etapas. Cuando me diera cuenta, iba a reventar a llorar y luego esa llorantina me duraría dos semanas, y luego vendría la etapa de real y genuino disfrute del viaje. 


Yo creo que sigo siendo presa del pánico a vivir, y en efecto, durante las últimas dos semanas, ese pánico me hizo entrar en un estado de depresión terrible. Por eso no posteaba tanto. 


Pero esta persona tenía razón. No te puedes permitir que la depresión y el PMS te dure más de dos semanas, porque si no, no disfrutas. Y sí, creo que duró dos semanas exactamente. Hoy no hice nada especial. Una de las cosas que me he permitido (más de lo normal) es estar genuinamente sola e incrementar mi conocimiento en el mundo del celuloide. Cuevana es mi mejor amiga, porque lo tiene todo en su página web, y porque es mi versión de televisión actualmente. 


La semana pasada, siendo yo la protagonista de una comedia romántica rosa, me encerré en esta depresión típica femenina, pero sin el pote de helado gigantesco que me hiciera compañía mientras veía películas. Esta semana, he hecho básicamente lo mismo, porque al final, todo se resume a una rutina. Y esta semana no me afectó tanto. 


No, no estoy viviendo el estilo europeo al estilo que el mundo se lo imagina. No me estoy levantando hombres con cada paso que doy, ergo no me estoy acostando con ningún hombre cada vez que parpadeo. No estoy ebria todos los fines de semana. 


Estoy viviendo mi viaje más como un retiro espiritual automedicado, de esos a los que me he acostumbrado cuando los necesito, y me estoy dando tiempo para no hacer nada. A veces me digo "mi misma, tienes que salir a tripear." Pero un poquito de por favor, si atardece (oscurece, en realidad) a las 3 de la tarde, es como difícil que tu cuerpo entienda que no tiene que sentir sueño. 


He conocido poco, porque de verdad no sentir hambre después de clases es imposible, y salgo directo de la universidad a hacerme el almuerzo. La señora que me renta  la habitación donde vivo sigue maravillada por el hecho de que mi almuerzo es apoteósico, porque es un almuerzo grande y no es un "snack", y mi cena sí lo es. Aquí todo es diferente, pero yo no pretendo cambiar mis hábitos alimenticios. A veces, de verdad siento que la pana espera que saque una flauta boliviana y empiece a cantarle a algún río (sin ánimos de ofender a los bolivianos). De hecho, un día me lo dijo porque me vio con un sombrero que para ella era súper suramericano... Sin comentarios. 


El punto de todo esto es que, en efecto, la depresión duró dos semanas. Que poco a poco voy planificándome para conocer sitios diferentes, y administrando mi bolsillo para que realmente eso suceda. El punto de todo esto es, que, finalmente, una de mis mejores amigas va a llegar mañana a Inglaterra y eso me tiene absolutamente feliz. Porque a pesar de que no estamos en la misma ciudad, ayuda muchísimo sentir que tengo a alguien cerca. Y en verdad quiero tripear. 


Sé que estas navidades van a ser absolutamente diferentes y memorables. Eso lo tengo clarísimo. Y es rico, es rico cuando vences al gremlin interno que te dice que no eres capaz. Es rico sentir que lo eres, a pesar de que la carne molida no te salga tan bien, o a pesar de que la leche se te venza y te des cuenta de que sabe raro cuando terminaste la última cucharada de tu cereal para la cena. 


Es rico sentir que vas a tener anécdotas que contar cuando vuelvas. 


PD: Júzguenme los que quieran, pero el momento de vivir a la europea llegará si tiene que llegar, si no, va muy bien, que el improvement de cultura también me queda bomba. Y tal vez todo este optimismo de no preocuparme porque no pasa nada, venga por una película que vi hace poco, Life in a Day. Gloriosa. Maravillosa. No tiene que pasar nada extraordinario para que la vida siga siendo impresionante.  

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