lunes, 15 de agosto de 2011

Revista Tú, a la orden



Yo tengo una particularidad. Soy la Revista Tú de mis amigos. 


Para quienes crecieron en esta tierra llena de sabor, y todas sus adyacencias, la revista Tú es un referente obligatorio del género femenino adolescente y saben a lo que me refiero. Este magazine mexicano era y sigue siendo una de las cosas más frívolas del mundo, pero uno la leía, porque sí. Para saber qué estaba de moda (terribles las modas, por cierto), para saber los chismes de gente que en tu vida vas a conocer, pero sobretodo... para leer los consejos que de seguro escribía alguna pasante de la empresa que tenía menos idea de la vida de lo que puede tener un niño de cinco años y a quien todavía le vibraban las hormonas alborotadas de la etapa teen de todo ser humano. 


Prefiero pensar eso a que me aconsejaba (o aconsejaba a quienes escribían en "Trágame Tierra") una doña frustrada por la vida que no tuvo mejor destino que escribir nimiedades y responder preguntas estúpidas. 


En todo caso, yo soy la Revista Tú de mis amigos. Léase, soy la consejera, con diván y todo. Y en verdad, lo disfruto. Creo que es una de mis cualidades: saber escuchar. Con el tiempo he perfeccionado mis consejos y he tratado de ser imparcial, porque antes, simple e ingenuamente, pretendía que mis palabras fuesen acatadas a cabalidad por mi receptor perturbado. 


El asunto es que últimamente mi filosofía de vida se orienta hacia el "Modo Teflón". Es decir: que todo resbale y nada se pegue, al mejor estilo de sartén en venta en Procompra 2002. Por que sí, uno te es mártir y juega al autoflagelo demasiado tiempo en la vida. 


Ya ha habido demasiados en este mundo. Hasta un loco se crucificó por los demás para que vieran lo sufrido que era.  (Es probable que la próxima vez que entre en una Iglesia, yo explote, pero bueno...). 



Mi consejo reciente va de lo siguiente:  No te juzgues. 

Es jodido. Al menos para la decencia que rodea a la gente que considero amiga (y eso que somos artistas), es jodido no juzgarse. Pero es que uno se pasa demasiado tiempo en esta Tierra cuestionándose y dudando de las decisiones que toma. Pasamos demasiado tiempo queriendo afrontar "dignamente" situaciones para las que no nos prepararon en el colegio de monjas, de curas, el militar o el laico. 


Nadie dijo que a los "y tantos", alguien tenía que saber cómo carrizo se hace para superar el primer, el segundo o el último amor. Nadie dijo que salir del clóset es fácil, nadie, absolutamente nadie sabía, desde la primera nalgada al nacer, que las situaciones van más rápido que el raciocinio y las emociones. 


Así que hay que intentar no juzgarse. Es mi filosofía actual. No hay por qué ser tan duros con uno mismo. Porque siempre hay primeras veces, porque hay primeras veces que duran toda la vida. 


Porque hay primeras, segundas, enésimas veces que siempre son distintas y nadie, nadie, absolutamente nadie, comprobó, que en la vida, en efecto, a la tercera va la vencida. 

No hay comentarios: