miércoles, 27 de julio de 2011

Alergia ortográfica


Hay muchas palabras que detesto en esta vida. Muchas tienen que ver con el contexto en el que son dichas, o el tono de voz, o de la boca de la que provengan. Pero,  en efecto tengo muchas palabras que detesto. Sin dejar de mencionar las malformaciones que algunas personas dan a palabras correctamente escritas o dichas, pero que ellas deciden cambiar, porque les parece divertido, “cool”, o vaya usted a saber qué carrizo.

Es así como la conjugación “nos”, hace que cada uno de los mini-monstruos que viven en mí sufra de una ataque epiléptico masivo… Es intolerable. Brad Pitt podría estar en medio de una escena de sábanas revueltas conmigo, y dice “estábanos” y yo se lo corto… se lo corto.

Puedes ser el príncipe de Oz, de Narnia, de Papitolandia. Hablas mal y júralo que te pongo en mute.


A esta familia se suman los primos con seseo de los verbos. “DisteS, VisteS, me gustasteS, no sé qué me hicisteS.”. De verdad, si tienes problemas con la S, haz ejercicios de dicción.

No, yo soy intolerante a la falta de ortografía. Mi hermana sufre de diverticulitis, una nefasta enfermedad del colón que la hace intolerante a la lactosa. Yo soy intolerante a los errores ortográficos, gramaticales y  de conocimiento.

Vale, no digo que uno nace aprendido, ni que soy una enciclopedia ambulante. No te soy Petete pero si te soy gordita como su libro. Yo no pretendo que todo el mundo sepa de todas y cada una de las áreas del conocimiento, porque, si a ver vamos, sería bastante prepotente asumir que yo sí lo sé. Tengo sólo 25 años en esta tierra, y muchos de ellos los he desperdiciado viendo TV en lugar de un libro.

Yo no pido que todo el mundo sea ilustrado, pero cuando te preguntan en dónde lleva acento la palabra “Londres”, tú te preguntas cuál fue la acción nefasta que cometiste en la otra vida. Te preguntas si fuiste la mano que le cortó la oreja a Van Gogh, si fuiste el que lo incitó a hacerlo, porque de otra forma, el karma no podría compensar esa hemorragia auditiva que acaba de suscitarse gracias a esa nefasta pregunta.

No,  yo no pretendo que la gente se apasione y sepa de cine. Yo no pretendo que la gente vea las mismas películas que yo ni que se aleje de la taquilla Holliwoodense. Pero cuando te comentan que el papel de “bipolar” de Natalie Portman estuvo genial en “Black Swan”, deseas, desde lo más profundo de ti, ser ese personaje y suicidarte, decir “I felt it. I was perfect.”, y morir por el arte, porque esa persona acaba de matarte un poquito.

Pero hay una palabra que a mí me produce urticaria. Esta única palabra tiene la capacidad de darle mal de Parkinson a la mariposa que llevo tatuada en el cuello. Hay un tono específico, una forma de mirar, un contexto en que esta palabra se dice que a mí me quita años de vida.

AMIGUITA/AMIGA

Aclaro, no quiero decir que cuando me dicen “eres mi amiga”, yo tengo una trombosis. NO.

ES CUANDO EL FULANO SE ANTOJA DE DECIRME AMIGUITA, AMIGA, ERES TAN BUENA AMIGA.

Gordo, flaco, relleno, alien… Mi vida, date cuenta de que yo me quedo con los ojos como si les hubieses puesto un flash a cinco milímetros, cada vez que pronuncias esa palabra.  Hazte (me) la caridad de notar cómo un leve grito interno se libera de mi persona cuando dices… “Es que eres tan buena amiga, no podría sin ti.”


TE LO JURO QUE TAMPOCO PODRÍAS CONMIGO.

Te cuento que yo no quiero serlo. Te cuento que yo muero callada con cada consejo. Te cuento que el asunto fraterno, contigo, no se me da, porque deberíamos ser, en tal caso, “hermanos escogidos con derechos (varios, muchos, demasiados, excesivos.)”. Te cuento que bailo pensando en ti. Te cuento que puedo enseñarte mis pasos.

Es que es una falta a cualquiera de los reglamentos de la RAE que tú, precisamente tú, digas esa palabra. Es un error gramatical terrible, ortográfico, cacofonía. Eres una falta de todo, Andrés Bello se está revolcando en la tumba gracias a ti y esa palabrita.

Por Meryl Streep y toda su corte celestial. Deja de verme como la gordita simpática y pasemos una noche ausente de consejos y llena de malos caminos. 

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