jueves, 14 de julio de 2011

Recogelatas Chic

Hoy leí un artículo sobre el tipo de animal que puede ser un hombre. No, no fue un insulto. Es decir, existen distintos tipos de animales (y hombres), de acuerdo a este post. 

Nueva verdad pública: Soy un imán de locos.

No miento, los locos me persiguen. Sean amistades, sean amores. Los locos y yo tenemos una relación sine qua non que yo no termino de entender. Mi fatídico y glorioso destino es andar con locos, besar locos (no sapos) y que me persigan los locos. 

Una vez, no miento, un mendigo esquizofrénico me lanzó un piropo en la calle... Venga, que yo iba con mi mejor amiga, una mujer preciosa, representante del patrón venezolano de belleza, y el loco vino a piropearme... a mí. 

El asunto del target de levantes de este voluptuoso cuerpo es, también, un tema. Digamos que muchos de los camioneros, motorizados, vigilantes, heladeros, obreros y camarógrafos de este país no se han dado cuenta de que están locos. Lo están, porque yo soy un imán de locos y eso es lo que me piropea a mí en la calle. No estoy siendo peyorativa. En serio. Pero lo encuentro gracioso. 

Obvio. Aquellos que han traspasado la frontera de mis dientes están locos. Yo, echada pa' lante como siempre, siempre aspiro a más. El nuevo siempre, SIEMPRE, estará más loco que el anterior. 

Eso sí. Son guapos. Sucitos. Descuidados. Artistas (qué peo con los artistas). "Recogelatas chic" -aquí a los mendigos se les dice recogelatas porque eso hacen, recoger latas-, pero guapos. 

En dos platos: artistas que tienen pinta de locos, pero son guapos… e inteligentes. Maldita seducción intelectual.

Con el tiempo, después del muy esperado "tenemos que hablar" (que ellos siempre dicen y yo siempre me trago), se vuelven mierda. Pero cuando están conmigo, son guapos. Es el karma. 

¿Por qué están locos?

Bueno, empecemos con el hecho de que son artistas. Un artista no es normal, termina irremediablemente loco, o camina por esos linderos más de una vez. Sólo que se adelanta bastante a este estado patológico una vez que yo lo conozco.

Tienen alguna afición fuera de lo común. Desde el fanatismo por la guerra de cualquier mundo fantástico, o alguna de los tiempos de María Castaña (y cuando digo fanatismo no me refiero a un simple interés, es obsesión, pero trato de ser sutil), hasta que cree que, en serio, su “varita” tiene poderes mágicos. Espero que no me toque nunca uno que me diga que me lanzará el Avada Kedavra, o que me solicite un Wingardium Leviosa.

Su manera de vestir. Digamos que yo no soy la persona más… apta, para hablar sobre las excentricidades de la vestimenta. Yo iba en pijama a la universidad. Es literal. Pantalones de pijama. Pero… digamos que, afortunadamente (sí), nunca me ha tocado alguno que se preocupe demasiado por Lacoste, Abercrombie o American Eagle. Y si se echan gelatina en el cabello, es por meros fines artísticos.

A mí me gustan mamarrachos. Medio guarrines y descuidados. Les da un ... (mordida de labios incluida) extra. Y lo mejor de todo esto, es que les atraigo. Si usted ve un mamarracho en la calle, júrelo, JÚRELO, que me vio, como mínimo, el cabello.

El intelecto. Gracias Buda, Alá, Jesucristo, Bill Gates, Tom Cruise… Gracias, por hacerme un imán de locos. Los Recogelatas Chic te tienen una inteligencia que es digna de envidiar. Un hambre de conocimiento increíble y un bagaje cultural maravilloso. Son letrados, ilustrados y despreocupados.

Conocedores del arte del saber, te saben perfectamente las frases típicas y no típicas de cortejo y posterior apareamiento. Capaces, por supuesto, de crear códigos “únicos” entre el cazador y la presa. 

Los símiles van más allá del “Tus ojos son dos luceros que alumbran el basurero”.  Expertos en conocer desde el “mucho gusto”, las aficiones, aversiones y obsesiones de la presa, para crear en torno a ellas un lenguaje común. Poetas, pues.


No. A mí no me persiguen los contadores, los administradores o los abogados. A mí me persiguen los Picasso y Reverón del mundo. Los que pintan sobre mi piel. Los que me cuentan historias de magia. Los que hacen un cuento conmigo y sin mí a destiempo. Los que componen canciones y actúan (dentro y fuera de escena). Los que bailan tango, salsa y tambor, afortunadamente.

A mí me persiguen los locos, y me alegra.

Ahora, yo me pregunto... ¿cuál es el animal esquizofrénico que representa a este tipo de hombres?

3 comentarios:

Lau dijo...

Hola, lo AME, simplemente. Ya sé que tu blog entra entre esos que debo leer... :p

Patricia (Odio que me digan así) dijo...

Oye! Muchas gracias! Bienvenida a este espacio lleno de "coherencias" incoherentes

Anónimo dijo...

muy bueno