martes, 12 de julio de 2011

No es de la buena



Digamos que no he tenido tiempo ni para sentarme a pestañear. Supongamos eso. Porque soy fiel creyente de que el tiempo se lo hace uno solito (y no me voy a poner con la pajúa distinción de género, porque eso me parece en exceso feminista). 


Pues sí, digamos que no he tenido tiempo de nada en los últimos días. Sin embargo, me obligo a escribir porque, hace dos post que me sentí un poco mejor conmigo misma al tener la "reiniciativa"de volver a dedicarme a un blog. Nada. El fin de semana pasado fue una real y contundente mierda. No de la buena, aunque sí tuvo que ver con asuntos teatrales. 


Cuando se habla en términos teatrales, mierda significa suerte, decir suerte es una mierda. Así de alterados estamos los que hacemos teatro. Pero estos deseos de "Mucha mierda", tienen contenidos históricos interesantes e ilustrados que no pretendo poner por aquí, porque estoy jugando a ser sencilla. 


Decía entonces que tuve un fin de semana de mierda. El jueves sí estuvo bien, en parte. Porque pude disfrutar de un espectáculo, corto pero contundente, de algo que disfruta cada fibra de mi cuerpo. Cada surco de huella dactilar de mi ser tiembla cuando se enfrenta al teatro musical. Pues bien, eso estuvo bomba, maravilloso, en parte, pero por otro lado me dije a mi misma: "Mi misma, ¿por qué carajos no te diste el chance de hacer el taller de teatro musical? ¿Por qué no hiciste el tiempo?". 


Terrible. He sido infiel a mi persona, uff, montones de veces, pero esto ya se está convirtiendo en el colmo. Estoy como dopada con la mejor de las anestesias (no digo morfina, porque, básicamente, tendría un dopaje feliz, y ya quedó claro que mi fin de semana fue una mierda). 


A esto se le suman los dos ensayos más nefastos que he tenido en mucho tiempo, plus: Comentarios pedantes, acotaciones irrelevantes, interrupciones inapropiadas y censuras en casa propia... Un fin de semana de mierda. 


A la hora de la verdad, lo que me pasa es que estoy cansada. Estoy harta de estar sumergida en una gelatina densa que no me deja moverme a ninguna parte, al mejor estilo de cualquier capítulo en la vida de Goofy. Estoy estancada. Espero, sigo esperando que algo cambie. El mayor cambio, hasta ahora, está por venir, pero, ¡joder! ¡cómo se tarda!


Sigo adelante, en serio, lo hago. Y trato de encontrarle la comicidad al día a día. Pero a veces resulta titánico. 



  • Tal vez porque tengo 25 años siendo bastante negativa. 
  • Tal vez porque soy demasiado sensible a los errores ortográficos y la falta de conocimiento.
  •  Tal vez porque me altera soberanamente que alguien confunda "Horrocrux" con "Coat", y lo traduzca mal -aclárese que no ando por la vida vistiéndome de Hermione, Ron o Harry, pero sí creo en la magia-. 



Tal vez sea porque, en definitiva, no entiendo cómo es posible que alguien que me dobla la edad sea tan increíblemente incapaz, inútil e  incompetente, y gane (como si doblarme la edad implicara más conocimiento), el doble o el triple que yo. 


Estoy intolerante. No me soporto. 

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